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Monday, September 21, 2009

NOAM CHOMSKY SOBRE AMERICA LATINA

ESCEPTICISMO CORROSIVO DE CHOMSKY SOBRE EUA Y OBAMA, Y OPTIMISMO SOBRE AMERICA LATINA
Hay una resistencia real al imperio; no existen muchos sitios de los que pueda decirse lo mismo
América Latina es el lugar más estimulante del mundo: Chomsky
">La esperanza del cambio anunciada por Barack Obama es sólo una ilusión, considera el escritor
David Brooks, Hermann Bellinghausen y Luis Hernández

América Latina es hoy el lugar más estimulante del mundo, dice Noam Chomsky. Hay aquí una resistencia real al imperio; no existen muchas regiones de las que pueda afirmarse lo mismo.
Entrevistado por La Jornada, uno de los intelectuales disidentes más relevantes de nuestros tiempos señala que la esperanza en el cambio anunciada por Barack Obama es una ilusión, ya que son las instituciones y no los individuos los que determinan el rumbo de la política. A lo sumo, lo que el mandatario representa es un giro desde la extrema derecha al centro de la política tradicional estadunidense.
Presente en México para celebrar los 25 años de La Jornada, el autor de más cien libros, el lingüista, crítico antimperialista, analista del papel que desempeñan los medios de comunicación en la “manufactura” del consenso, explica cómo la guerra a las drogas se inició en Estados Unidos como parte de una ofensiva conservadora contra la revolución cultural y la oposición a la invasión de Vietnam.
A continuación, presentamos la transcripción completa de sus declaraciones.
América Latina es hoy el lugar más estimulante del mundo. Por primera vez en 500 años hay movimientos hacia una verdadera independencia y separación del mundo imperial; se están integrando países que históricamente han estado separados. Esta integración es un prerrequisito para la independencia. Históricamente, Estados Unidos ha derrocado un gobierno tras otro; ahora ya no puede hacerlo.
Brasil es un ejemplo interesante. Hacia principios de los 60, los programas de (Joao) Goulart no eran tan diferentes de los de (Luiz Inacio) Lula. En aquel caso, el gobierno de (John F.) Kennedy organizó un golpe de Estado militar. Así, el Estado de seguridad nacional se propagó por toda la región como una plaga. Hoy día Lula es el muchacho bueno, al que están tratando de cultivar, en reacción a los gobiernos más militantes en la región. En Estados Unidos no publican los comentarios de Lula favorables a (Hugo) Chávez o a Evo Morales. Los silencian porque no son el modelo.
Hay un movimiento hacia la unificación regional: se empiezan a formar instituciones que, aunque no funcionan del todo, comienzan a existir. Es el caso de Mercosur y Unasur.
Otro caso notable en la región es el de Bolivia. Después del referendo hubo una gran victoria, y también una sublevación bastante violenta en las provincias de la Media Luna, donde están los gobernadores tradicionales, blancos. Un par de docenas de personas murieron. Hubo una reunión regional en Santiago de Chile donde se expresó un gran apoyo a Morales y una firme condena a la violencia, y Morales respondió con una declaración importante. Dijo que era la primera vez en la historia de América Latina, desde la conquista europea, en que los pueblos habían tomado el destino de sus países en sus propias manos sin el control de un poder extranjero, o sea Washington. Esa declaración no fue publicada en Estados Unidos.
Centroamérica está traumatizada por el terror reaganiano. No es mucho lo que sucede allí. Estados Unidos sigue tolerando el golpe militar en Honduras, aunque es significativo que no lo pueda apoyar abiertamente.
Otro cambio, aunque atropellado, es la superación de la patología real en América Latina, probablemente la región más desigual del mundo. Es una región muy rica, siempre gobernada por una pequeña elite europeizada, que no asume ninguna responsabilidad con el resto de sus respectivos países. Se puede ver en cosas muy simples, como el flujo internacional de capital y bienes. En América Latina la fuga de capitales es casi igual a la de la deuda. El contraste con Asia oriental es muy impactante. Aquella región, mucho más pobre, ha tenido mucho más desarrollo económico sustantivo, y los ricos están bajo control. No hay fuga de capitales; en Corea del Sur, por ejemplo, se castiga con la pena de muerte. El desarrollo económico allá es relativamente igualitario.
Control debilitado
Había dos formas tradicionales con las que Estados Unidos controlaba América Latina. Una era el uso de la violencia; la otra, el estrangulamiento económico. Ambas han sido debilitadas.
Los controles económicos son ahora más débiles. Varios países se han liberado del Fondo Monetario Internacional a través de la colaboración. También se han diversificado acciones entre el sur, en lo que la relación de Brasil con Sudáfrica y China ha entrado como factor. Han podido enfrentar algunos problemas internos sin la poderosa intervención de Estados Unidos.
La violencia no ha terminado. Ha habido tres golpes de estado en lo que va de este siglo. El venezolano, abiertamente apoyado por Estados Unidos, fue revertido, y ahora Washington tiene que recurrir a otros medios para subvertir al gobierno, entre ellos ataques mediáticos y apoyo a grupos disidentes. El segundo fue en Haití, donde Francia y Estados Unidos tiraron al gobierno y enviaron al presidente a Sudáfrica. El tercero es el de Honduras, que es un asunto mixto. La Organización de Estados Americanos asumió una postura firme y la Casa Blanca tuvo que seguirla, y proceder muy lentamente. El FMI acaba de otorgar un enorme préstamo a Honduras, que sustituye la reducción de asistencia estadunidense. En el pasado éstos eran asuntos rutinarios. Ahora esas medidas (la violencia y el estrangulamiento económico) se han debilitado.
Estados Unidos está reaccionando y ha dado pasos para remilitarizar la región. La Cuarta Flota, dedicada a América Latina, había sido desmantelada en los 50, pero se está reahabilitando, y las bases militares en Colombia son un tema importante.
La ilusión de Obama
La elección de Barack Obama generó grandes expectativas de cambio hacia América Latina. Pero son sólo ilusiones
Sí hay un cambio, pero el giro es porque el gobierno de Bush se fue tan al extremo del espectro político estadunidense que casi cualquiera se hubiera movido hacia el centro. De hecho el propio Bush en su segundo periodo fue menos extremista. Se deshizo de algunos de sus colaboradores más arrogantes y sus políticas fueron más moderadamente centristas. Y Obama, de manera previsible, continúa con esta tendencia.
Giró hacia la posición tradicional. Pero ¿cuál es esa tradición? Kennedy, por ejemplo, fue uno de los presidentes más violentos de la posguerra. Woodrow Wilson fue el mayor intervencionista del siglo XX. El centro no es pacifista ni tolerante. De hecho Wilson fue quien se apoderó de Venezuela, sacando a los ingleses, porque se había descubierto petróleo. Apoyó a un dictador brutal. Y de allí continuó con Haití y República Dominicana. Mandó a los marines y prácticamente destruyó Haití. En esos países dejó guardias nacionales y dictadores brutales. Kennedy hizo lo mismo. Obama es un regreso al centro.
Es igual con el tema de Cuba, donde durante más de medio siglo Estados Unidos se ha involucrado en una guerra, desde que la isla ganó su independencia. Al principio esta guerra fue bastante violenta, especialmente con Kennedy, cuando hubo terrorismo y estrangulamiento económico, a lo que se opone la mayoría de la población estadunidense. Durante décadas, casi dos tercios de la población han estado en favor de la normalización de las relaciones, pero eso no está en la agenda política.
Las maniobras de Obama se fueron hacia el centro; suspendió algunas de las medidas más extremas del modelo de Bush, y hasta fue apoyado por buena parte de la comunidad cubano-estadunidense. Se movió un poco hacia el centro, pero ha dejado muy claro que no habrá cambios.
Las “reformas” de Obama
Lo mismo sucede en la política interna. Los asesores de Obama durante la campaña fueron muy cuidadosos en no dejarlo comprometerse con nada. Las consignas fueron “la esperanza” y “el cambio, un cambio en el que creer”. Cualquier agencia de publicidad sensata habría hecho que ésas fueran las consignas, pues 80 por ciento del país pensaba que éste marchaba por el carril equivocado. McCain decía cosas parecidas, pero Obama era más agradable, más fácil de vender como producto. Las campañas son sólo asuntos de mercadotecnia, así se entienden a sí mismas. Estaban vendiendo la “marca Obama” en oposición a la “marca McCain”. Es dramático ver esas ilusiones, tanto fuera como dentro de Estados Unidos.
En Estados Unidos casi todas las promesas hechas en el ámbito de reforma laboral, de salud, de energéticos, han quedado casi anuladas. Por ejemplo, el sistema de salud es una catástrofe. Es probablemente el único país en el mundo en el que no hay una garantía básica de atención médica. Los costos son astronómicos, casi el doble de cualquier otro país industrializado. Cualquier persona que tiene bien puesta la cabeza sabe que es la consecuencia de que se trate de un sistema de salud privado. Las empresas no procuran salud, están para obtener ganancias.
Es un sistema altamente burocratizado, con mucha supervisión, altísimos costos administrativos, donde las compañías de seguros tienen formas sofisticadas de evadir el pago de las pólizas, pero no hay nada en la agenda de Obama para hacer algo al respecto. Hubo algunas propuestas light, como por ejemplo “la opción pública”, pero quedó anulada. Si uno lee la prensa de negocios, encuentra que la portada de Business Week reportaba que las aseguradoras celebraban su victoria.

Noam Chomsky en La Jornada">Foto Carlos Ramos Mamahua

Kennedy fue uno de los presidentes más violentos de la posguerra, considera Noam Chomsky">Foto Carlos Ramos Mamahua
Se realizaron campañas muy exitosas en contra de esta reforma, organizadas por los medios y la industria para movilizar segmentos extremistas de la población. Es un país en el que es fácil movilizar a la gente con el miedo, e inculcarle todo tipo de ideas locas, como que Obama va a matar a la abuela de uno. Así lograron revertir propuestas legislativas ya de por si débiles. Si en verdad hubiera habido un compromiso real en el Congreso y la Casa Blanca, esto no hubiera prosperado, pero los políticos estaban más o menos de acuerdo.
Obama acaba de hacer un acuerdo secreto con las compañías farmacéuticas para asegurarles que no habrá esfuerzos gubernamentales por regular el precio de las medicinas. Estados Unidos es el único país en el mundo occidental que no permite que el gobierno use su poder de compra para negociar el precio de los medicamentos. Un 85 por ciento de la población se opone, pero eso no significa diferencia alguna, hasta que todos vean que no son los únicos que se oponen a estas medidas.
La industria petrolera anunció que va a utilizar las mismas tácticas para derrotar cualquier proyecto legislativo de reforma energética. Si Estados Unidos no implanta controles firmes sobre las emisiones de dióxido de carbono, el calentamiento global destruirá la civilización moderna.
El diario Financial Times señaló con razón que si había una esperanza de que Obama pudiera haber cambiado las cosas, ahora sería sorprendente que sí cumpliera con lo mínimo de sus promesas. La razón es que no quería cambiar tanto las cosas. Es una criatura de quienes financiaron su campaña: las instituciones financieras, las energéticas, las empresas. Tiene la apariencia de buen tipo, sería un buen acompañante de cena, pero eso no permite cambiar la política; la afecta un poco. Sí hay cambio, pero es un poco más suave. La política proviene de las instituciones, no está hecha por individuos. Las instituciones son muy estables y muy poderosas. Por supuesto, encuentran la manera de confrontar lo que sucede.
Más de lo mismo
Los medios están un poco sorprendidos de que se esté regresando adonde siempre se estuvo. Lo reportan, es difícil no hacerlo, pero el hecho es que las instituciones financieras se pavonean de que todo está quedando igual que antes. Ganaron. Goldman Sachs ni siquiera intenta ocultar que después de haber hundido la economía está entregando jugosos bonos a sus ejecutivos. Creo que en el pasado trimestre acaba de reportar las ganancias más altas de su historia. Si fueran un poquito más inteligentes lo intentarían ocultar.
Esto se debe a que Obama está respondiendo a quienes apoyaron su campaña: el sector financiero. Miren nada más a quién escogió para su equipo económico. Su primer asesor fue Robert Rubin, el responsable de la derogación de una ley que regulaba al sector financiero, lo cual benefició mucho a Goldman Sachs; asimismo, se convirtió en directivo de Citigroup, hizo una fortuna y se salió justo a tiempo. Larry Summers, quien fue la principal figura responsable de detener toda regulación de los instrumentos financieros exóticos, ahora es el principal asesor económico de la Casa Blanca. Y Timothy Geithner, quien como presidente de la Reserva Federal de Nueva York supervisaba lo que sucedía, es secretario del Tesoro.
En un reportaje reciente se examinó a algunos de los principales asesores económicos de Obama. Se concluyó que gran parte de ellos no deberían estar en el equipo de asesoría, sino enfrentando demandas legales, porque estuvieron involucrados en malos manejos en la contabilidad y otros asuntos que detonaron la crisis.
¿Por cuánto tiempo se pueden mantener las ilusiones? Los bancos están ahora mejor que antes. Primero recibieron un enorme rescate del gobierno y los contribuyentes, y lo utilizaron para fortalecerse. Son más grandes que nunca; absorbieron a los débiles. O sea, se está sentando la base para la próxima crisis. Los grandes bancos se están beneficiando con una póliza de seguros del gobierno, que se llama “demasiado grande para fallar”. Si se es un banco enorme o una casa de inversión importante, es demasiado importante para fracasar. Si se es Goldman Sachs o Citigroup, no puede fracasar porque eso derrumbaría toda la economía. Por eso pueden hacer préstamos riesgosos, para ganar mucho dinero, y si algo falla, el gobierno los rescata.
La guerra contra el narco
La guerra contra la droga, que desgarra a varios países de América Latina entre los que se encuentra México, tiene viejos antecedentes. Revitalizada por Nixon, fue un esfuerzo por superar los efectos de la guerra de Vietnam en Estados Unidos.
La guerra fue un factor que llevó a una importante revolución cultural en los 60, la cual civilizó al país: derechos de la mujer, derechos civiles. O sea, democratizó el territorio, aterrorizando a las elites. La última cosa que deseaban era la democracia, los derechos de la población, etcétera, así que lanzaron una enorme contraofensiva. Parte de ella fue la guerra contra las drogas.
Ésta fue diseñada para trasladar la concepción de la guerra de Vietnam, de lo que nosotros les estábamos haciendo a los vietnamitas, a lo que ellos nos estaban haciendo a nosotros. El gran tema a fines de los 60 en los medios, incluso los liberales, fue que la guerra de Vietnam fue una guerra contra Estados Unidos. Los vietnamitas estaban destruyendo a nuestro país con drogas. Fue un mito fabricado por los medios en las películas y la prensa. Se inventó la historia de un ejército lleno de soldados adictos a las drogas que al regresar se convertirían en delincuentes y aterrorizarían a nuestras ciudades. Sí, había uso de drogas entre los militares, pero no era muy diferente al que existía en otros sectores de la sociedad. Fue un mito fabricado. De eso se trataba la guerra contra las drogas. Así se cambió la concepción de la guerra de Vietnam a una en la que nosotros eramos las víctimas.
Eso encajó muy bien con las campañas en favor de la ley y el orden. Se decía que nuestras ciudades se desgarraban por el movimiento antibélico y los rebeldes culturales, y que por eso teníamos que imponer la ley y el orden. Allí cabía la guerra contra la droga.
Reagan la amplió de manera significativa. En los primeros años de su administración se intensificó la campaña, acusando a los comunistas de promover el consumo de drogas.
A principios de los 80 los funcionarios que tomaban en serio la guerra contra las drogas descubrieron un incremento significativo e inexplicable de fondos en bancos del sur de Florida. Lanzaron una campaña para detenerlo. La Casa Blanca intervino y suspendió la campaña. Quien lo hizo fue George Bush padre, en ese tiempo encargado de la guerra contra las drogas. Fue cuando la tasa de encarcelamiento se incrementó de manera significativa, en gran parte con presos negros. Ahora el número de prisioneros per cápita es el más alto en el mundo. Sin embargo, la tasa de criminalidad es casi igual que en otros países. Es un control sobre parte de la población. Es un asunto de clase.
La guerra contra las drogas, como otras políticas, promovidas tanto por liberales como por conservadores, es un intento por controlar la democratización de fuerzas sociales.
Hace unos días, el Departamento de Estado de Obama emitió su certificación de cooperación en la lucha contra las drogas. Los tres países que fueron descertificados son Myamar, una dictadura militar –no importa, está apoyada por empresas petroleras occidentales–, Venezuela y Bolivia, que son enemigos de Estados Unidos. Ni México, ni Colombia, ni Estados Unidos, en todos los cuales hay narcotráfico.
Un lugar interesante
El elemento central del neoliberalismo es la liberalización de los mercados financieros, lo cual hace vulnerables a los países que tienen inversionistas extranjeros. Si uno no puede controlar su moneda y la fuga de capitales, está bajo control de los inversionistas extranjeros. Pueden destruir una economía si no les gusta lo que este país hace. Ésa es otra forma de controlar pueblos y fuerzas sociales, como los movimientos obreros. Son reacciones naturales de un empresariado muy concentrado, con gran conciencia de clase. Claro que hay resistencia, pero fragmentada y poco organizada, y por ello pueden seguir promoviendo políticas a las que se opone la mayoría de la población. A veces esto llega al extremo.
El sector financiero está igual que antes; las aseguradoras de salud han ganado con la reforma sanitaria, las empresas energéticas ganarán con la reforma energética, los sindicatos han perdido con la reforma laboral y, por supuesto, la población de Estados Unidos y la del mundo pierden porque ya de por sí la destrucción de la economía es grave. Si se destruye el medio ambiente, los que de veras sufrirán son los pobres. Los ricos sobrevivirán a los efectos del calentamiento global.
Por esto América Latina es uno de los lugares verdaderamente interesantes. Es uno de los sitios en los que hay verdadera resistencia a todo esto. ¿Hasta dónde llegará? No se sabe. No me sorprendería que haya un giro a la derecha en las próximas elecciones en América del Sur. Aun así, se ha logrado un avance que sienta las bases para algo más. No hay muchos lugares en el mundo de los que pueda decirse lo mismo.

Sunday, January 18, 2009

DOS EXPRESIDENTES PROGRESISTAS HABLAN SOBRE AMERICA LATINA Y EUA

Con Obama un diálogo maduro

Escrito por RICARDO LAGOS PUBLICADO EN EL CORREO DEL SUR SUPLEMENTO DE LA JORNADA EN MORELOS http://www.lajornadamorelos.com/suplementos/correo-del-sur

En enero de 1961 aterricé por primera vez en Estados Unidos. Iba a Carolina del Norte a estudiar un posgrado en la Universidad de Duke. Cuando llegué al Aeropuerto Raleigh-Durham, tuve mi primer impacto. Los baños tenían señales claras de segregación: unos para blancos, otros para negros. Hombres y mujeres separados por el color de su piel.
Al día siguiente tomé un bus y descubrí también aquella separación, los blancos iban adelante, los negros atrás. Para quien venía del sur y de una América latina que se echaba a andar por los sesenta y que veía a Estados Unidos como el país donde John Kennedy había llegado con signos de cambio, aquello era fuerte. Una cosa es leer acerca de la segregación racial y otra vivirla cotidianamente.
La segregación era una realidad, estaba en todas partes. En el campus universitario sólo se veían blancos, salvo aquellos estudiantes llegados de la India o de Asia por vía de los programas británicos de intercambio y formación de cuadros para los países que empezaban a desprenderse de la colonización.
Sin embargo, cuando un par de años después regresé para obtener mi título definitivo, los negros ya estaban allí. Aún no todo estaba resuelto y resonaba más fuerte que nunca el sentido del discurso de Martin Luther King: "I Have a dream", tengo un sueño.
Ahora, en este enero a casi cinco décadas de aquella experiencia personal, un hombre de origen negro llega a la Casa Blanca. La elección de Barack Obama es una demostración de la capacidad de la sociedad estadounidense para reinventarse a sí misma, para cambiar radicalmente cuando el pueblo norteamericano considera que ha llegado el momento del cambio.
Hoy el cambio no lo es sólo porque un afroamericano, como dicen ahora, será Presidente de los Estados Unidos. Es un cambio más profundo que coloca a Obama en un momento refundacional de su país y de las relaciones internacionales. Es un tema de época, de transición histórica. Incluso McCain, el candidato republicano, emergió representando también un cambio profundo en la mentalidad neoconservadora de los republicanos.Y esto porque, de una u otra forma, la administración Bush olvidó dos grandes lecciones valóricas de la historia reciente de ese país en su lucha contra la segregación.
Una, el respeto a la diversidad es una riqueza a ser cuidada y preservada. Dos, la tolerancia es esencial para construir mundos con convivencias positivas. Si aquello estuvo presente en su país, incluso a nivel de su propio gabinete, no lo estuvo en la forma de entender el mundo. Y se jugó por una estrategia de acción unilateral.
Ahora, al gestarse un cambio de fondo, Barack Obama puede comenzar con una agenda internacional limpia, asumiendo todos los errores y fracasos que ha significado en política exterior la administración Bush. Imponer la paz en el mundo o resolver una crisis financiera internacional son ahora problemas multilaterales, donde se necesita el concurso de todos y donde el mundo también sabe que, sin el concurso de Estados Unidos, muchos de esos problemas no tendrán solución.
Obama tiene una agenda muy intensa por delante. Una agenda para resolver la crisis que marca el fin de la ideología neoliberal, pero también para, a mediano plazo, definir cuál será la arquitectura financiera internacional capaz de evitar la crisis de hoy. Sí, es cierto, habrá una mayor regulación y una mayor intervención del Estado, pero también serán necesarias nuevas dinámicas de mercado orientadas por el afán productivo más que por la especulación. Y, por cierto, en lo internacional tiene dos desafíos: dar cumplimiento al cierre de Guantánamo como prisión y avanzar en un plan para el retiro de las tropas de Irak.
En América latina la agenda internacional también será distinta. Hoy somos un continente cuya mayoría de países tiene ingresos medios. Esto es, países que por su nivel de desarrollo ya no califican para recibir ayuda extranjera. Países que en una u otra forma tienen un alto grado de inserción en la economía internacional y esperan que la Ronda de Comercio y Desarrollo, o de Doha como se le llama, entregue reglas justas para competir.
Pero más allá de ello, América latina requiere tener un espacio de diálogo directo con Estados Unidos sobre toda la nueva realidad internacional emergente. Puede ser la OEA u otro. No se trata de tener un lugar sólo para debatir y analizar coyunturas hemisféricas. Lo importante ahora es tener un espacio donde Estados Unidos, América latina y el Caribe definan cómo están viendo el orden internacional emergente, en dónde coinciden y en dónde están las diferencias para buscar consensos. Esa es la diplomacia hemisférica que necesitamos para el siglo XXI.
Y allí entonces definir una agenda de temas concretos como comercio, arquitectura financiera internacional, cambio climático, migraciones, energías renovables, elementos básicos de seguridad, especialmente los vinculados al narcotráfico y combate al crimen organizado. Es una agenda muy vasta, pero con los temas de hoy y propios de la globalización.
En otras palabras, los temas que hoy le interesan a América Latina en una agenda para discutir con Estados Unidos son los temas de una agenda multilateral que se reduce en último término en cómo vamos a ir avanzando para que en este mundo y en este planeta, que cada vez es más global, sus problemas tengan también soluciones globales en que todos tengamos una palabra que decir. Ello requiere una alta coordinación entre nosotros, como se ha planteado ante la participación de Argentina, Brasil y México en el G-20.
Podremos establecer entonces un diálogo mucho más igual con la nueva administración Obama, un diálogo maduro en un hemisferio capaz de entender por dónde va el mundo de hoy.

DOS EXPRESIDENTES PROGRESISTAS HABLAN SOBRE AMERICA LATINA Y EUA(2)

ESTA ENTREVISTA APARECIO EN EL PAIS DEL 16 DE ENERO DE 2008

ENTREVISTA: FERNANDO HENRIQUE CARDOSO, ex presidente de Brasil
"Latinoamérica ya no necesita ayuda de EE UU"
JAVIER LAFUENTE - Madrid - 16/01/2009
Fernando Henrique Cardoso (Río de Janeiro, 1931), el primer presidente de Brasil que gobernó durante dos periodos (1995-2003), reconoce que la crisis financiera afectará a América Latina y a su país más de lo que reconocen en público sus gobernantes. Más allá "del único tema que parece que existe", Cardoso, considerado uno de los intelectuales de más prestigio de América Latina, prefiere conversar sobre otros asuntos.
Pregunta. Barack Obama ha prometido una nueva página en la relación con Latinoamérica. ¿Qué tiene que cambiar?
Respuesta. El asunto no es tanto América Latina; el asunto es el mundo. Mientras Estados Unidos no se dé cuenta de que hay que compartir las decisiones y no imponerlas, no tendrá quien lo escuche con simpatía.
Obama es negro; eso supone una transformación del espíritu norteamericano y quizás una sensibilidad mayor para entender que el mundo es desigual. Ha sido positivo que nombrara a Hillary Clinton secretaria de Estado.
Creo que puede ayudarlo en esta visión más diversificada del mundo.
P. ¿Cuáles serán los asuntos más importantes que tendrá que abordar?
R. Habrá que ver con qué margen de maniobra cuenta Obama en algunos casos, como Cuba, que no es una potencia económica, pero sí tiene un valor simbólico para América Latina. Resistió a la prepotencia americana, con o sin razón. Si lograra, pese al lobby de Miami, suspender el embargo, que ya no tiene sentido, sería un paso adelante. Un punto importante será, sin duda, la lucha contra el narcotráfico. Hay que ver lo que está pasando en México. Colombia, por ejemplo, hizo un esfuerzo enorme. Sin embargo, el área cultivada de coca no ha disminuido. Si los americanos no se dan cuenta de que hay que combatir el consumo y mantienen que hay que darle guerra a la producción, algo no va a funcionar. Con el tabaco lo consiguieron. ¿Por qué no hacer lo mismo con las drogas?
P. ¿Cómo va a afectar la política de Obama al liderazgo regional de Brasil?
R. Puede afectar positivamente si entiende que es importante que los mercados regionales se fortalezcan. Clinton entendió que Mercosur era importante. Los tratados de libre comercio no se pueden concretar si no se entienden los desequilibrios. Pero antes de mirar a América Latina, lo que tiene que hacer Obama es rescatar la situación global.
En América Latina lo que necesitamos es una mejor educación, más inversiones, instituciones más sólidas, aunque esto último depende de nosotros. Brasil no necesita ayuda americana para crecer; Brasil necesita de sí mismo. América Latina ya pasó el momento en que necesitaba asistencia, ayuda, de EE UU. Es la política global americana la que tiene que cambiar para que sea beneficioso para nosotros.
P. Aunque Lula nunca ha reconocido públicamente un papel hegemónico de su país en la región, el peso estratégico de Brasil los últimos años es incuestionable. ¿Cuáles son los pros y los contras de un liderazgo brasileño?
R. No es conveniente estar hablando continuamente de liderazgo, es mejor que fluya. Brasil no es un país que deba limitarse a una visión regional; tiene posibilidades de una acción más global. Pero la política exterior no se hace con palabras, sino con hechos.
P. En la pasada cumbre del G-20 quedó demostrado que Brasil se ha situado en primera línea mundial. ¿Qué ha ocurrido para que haya abandonado su perfil de eterna promesa?
R. El punto más importante ha sido la democratización. Hay una historia institucional, democrática, que es importante. Tuvimos la capacidad de, en democracia, lograr la estabilidad económica; construimos instituciones que aún perduran. La gente pensaba que iba a haber un cambio enorme entre el Gobierno de Lula y el mío, y no ha sido así, porque el peso de algunas instituciones es muy fuerte.
P. El año que viene hay elecciones generales. ¿Qué etapa se abre después de Lula?
R. Lo más probable es que gane un candidato del PSDB, de mi partido. Las encuestas dan una clara ventaja al gobernador de São Paulo [José Serra], y en segundo lugar, al gobernador de Minas Gerais [Aecio Neves], ambos de mi partido. Así como no hubo un gran cambio macroeconómico cuando Lula me sucedió, no creo que exista un cambio dramático el año que viene. Habrá que adaptarse por la situación global, pero la visión institucional va a seguir igual. Quizás sí sea necesario corregir el clientelismo, que ha crecido durante los ocho años de gobierno de Lula. Pero no se va a cambiar la política social, que empezó incluso antes de mí. Brasil ha llegado a un punto de madurez en que los cambios no producen quiebras.
P. Lula ha repetido en varias ocasiones que Brasil está mejor que cuando usted dejó la presidencia.
R. Tiene razón. Pero es natural. A él le tocó una coyuntura económica positiva de 2003 en adelante. Y tuvo la sabiduría de no haber cambiado. Puede que haya defraudado a sus seguidores, pero para Brasil fue bueno que lo hiciera. El país progresa desde hace mucho tiempo, y el progreso es acumulativo. De igual modo que el próximo presidente mejorará más todavía, porque se beneficiará de lo que hice yo y lo que ha hecho Lula.
P. ¿Cómo le afecta a su país tener tan cerca a líderes como Hugo Chávez o Evo Morales?
R. Son distintos. Morales tiene una raíz sindical e indígena más fuerte que Chávez. En el partido de Lula, no en el Gobierno, hay gente que comparte esa visión, que tiene una cierta simpatía hacia esas actitudes. Pero Brasil es un país demasiado grande, demasiado complejo, no es probable que los brasileños se adhieran al modelo de Chávez. Lula tiene una retórica populista, es popular, pero su Gobierno no.
P. Brasilia ha decidido reducir sus importaciones de gas boliviano. ¿Le afecta la presencia de Morales en Bolivia a los intereses brasileños?
R. La decisión afecta más a Bolivia, que, a su vez, ha tomado decisiones previas que nos han afectado a nosotros. No creo que Lula vaya a jugar la carta de sofocar Bolivia, un país demasiado pobre. Además, es vecino nuestro y lo va a ser siempre. Hay muchos intereses brasileños allí, no podemos actuar como si fuéramos subimperialistas.
P. Brasil es un gigante que va hacia la autosuficiencia energética, un arma de poder. ¿Qué se puede hacer con ese arma?
R. En materia de energía hidráulica, tenemos una ventaja y es que en Brasil hay mucha agua. Hay ocasiones, como durante mi mandato, en que no llueve. Pero es una energía barata y renovable. Otra ventaja es el etanol. Aunque desde un punto de vista global tiene resistencia, desde el punto de vista de consumo doméstico no. Los coches se mueven con etanol. Y tercero: tenemos mucho petróleo. No se sabe cuánto, pero puede ser muchísimo. Ese petróleo está en aguas profundas, pero hay tecnología para encontrarlo.
P. ¿Qué implica tener tanto petróleo?
R. Si tenemos una visión de largo plazo será un factor de poder importante. Siempre tuve en mi cabeza la idea de que Brasil tiene que actuar como hacen los chinos: con una visión a larguísimo plazo, mirando por su interés nacional. Brasil no debe de ir muy deprisa con sus responsabilidades globales, no meterse en todos los problemas del mundo. No tendremos capacidad para tanto, pero lo tendremos. La posición energética va a ser un factor importante no solamente en la región.
P. ¿Qué habrá que hacer cuando se consiga todo el crudo?
R. Podemos equilibrar la cuestión energética si logramos movilizar esos recursos petrolíferos. Es poco probable que se logre en base a una única empresa, como Petrobras. Los recursos disponibles son mucho más grandes que Petrobras; Brasil es más grande que Petrobras. Petrobras va a ser un actor importante, pero no va a ser el único, porque el monopolio es muy peligroso. No se trata de abrirse de pronto sin una visión estratégica. Hay que ver qué mundo se va a construir después de esta crisis. Pero siempre con una visión a largo plazo, como hacen en China

Friday, May 02, 2008

LECCIONES COSMOPOLITAS (1)

PARAGUAY

  1. El triunfo del ex-obispo Fernando Lugo en las elecciones presidenciales de Paraguay fortalece la clara tendencia hacia las izquierdas que está teniendo el electorado de numerosos países de América Latina, pero muy particularmente de América del Sur donde con excepción de Colombia,Peru y Suriname todos los países tienen gobiernos que se reclaman de diversas coloraciones de izquierda. Este triunfo de la izquierda en Paraguay es particularmente significativo porque en ese país gobernó por 61 años el Partido Colorado, de los cuales 35 años fueron ejercidos por la dictadura de Alfredo Stroessner.
  2. La Alianza Patriótica para el Cambio es un frente de nueve partidos que va desde el otro partido tradicional en Paraguay, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) hasta algunos pequeños partidos y movimientos campesinos en lucha por la tierra, encabezados por la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (MCNOC) y la Federación Nacional Campesina (FNC). Estas organizaciones han emprendido una larga lucha desde los noventas años en los cuales los grandes latifundistas brasileños comenzaron a comprar tierra en gran escala para sembrar soya un cultivo altamente mecanizado que en consecuencia genra muy poca mano de obra. De hecho derivada de esta invasión silenciosa de latifundista brasileños, Paraguay se ha convertido en el cuarto exportador mundial de soya. Al mismo tiempo Paraguay es el segundo país de AL con mayor pobreza absoluta y relativa, solamente adelante de Guatemala.
  3. La biografía de Lugo resulta importante para entender la naturaleza de esta izquierda paraguaya. Ordenado sacerdote en 1977 trabajó 5 años como misionero entre las comunidades indígenas de Ecuador desde entonces constitutivas de uno de los movimientos indígenas mejor estructurados.Tras pasar una década estudiando en el Vaticano, regresó a Paraguay y en 1994 fue ordenado Obispo de una lde las regiones más pobres, San Pedro. Ahi se llevó a cabo en 1996 el 5 Congreso Latinoamericano de Comunidades Eclesiales de base,la instancia de mayor expresión de la Teología de la Liberación, fuertemente hegemonizada por las comunidades de base brasileñas.
  4. Pero en 2005 la jerarquía católica lo forzó a renunciar en castigo a su apoyo irrestricto a las invasiones campesinas a las fincas de los terratenientes brasileños. No era la primera vez que sentía en carne propia la represión. Sobrino de Epifanio Méndez Fleitas, el principal dirigente opositor a la dictadura de Stroessner, tres de sus hermanos fueron forzados al exilio.
  5. Siendo como será un presidente vinculado al tema del reparto de tierras entre los campesinos pobres es probable empero,que el tema más peliagudo que enfrente es la renegociación con Brasil y Argentina los términos del acuerdo sobre suministro de electricidad atraves del proyecto hidroeléctrico de Itaipú con Brasil (el más grande del mundo), y de Yacyretá con Argentina.El tratado de Itaipu firmado en secreto en 1973 por las dictaudras de ambos países proporciona enormes beneficios económicos a Brasil –de hecho proporcionón en 2006 el 21% del consumo total de enería eléctrica en Brasil.

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He sido dirigente del movimiento estudiantil de 1968, dirigente en el PMT, miembro fundador del Movimiento de Acción Política y del PSUM en los setentas. Miembro Fundador de la UNORCA. De abril a julio de 2006 fui el coordinador general de la campaña presidencial de Patricia Mercado. Como funcionario público he sido Subsecretario en la Secretaría de Agricultura, y Subsecretario en la Secretaría de la Reforma Agraria en México entre 1988 a 1994. En 1995 me desempeñé como Director de Desarrollo Rural de la FAO en Roma y desde 1997 hasta 2005 fungí como Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Como escritor soy miembro Fundador de La Jornada y colaborador de la Revista Nexos. De 2006 a 2009 fui profesor visitante en el Taller de Teoria Política de la Universidad de Indiana en Bloomington, dirigido por los profesores Vincent y Elinor Ostrom. EN 2015 fui Profesor Tinker en la Universidad de Wisconsin en Madison. He terminado dos libros a publicarse sobre la transición política en México. He terminado un libro sobre las reformas rurales en 1991 y estoy trabajando en una trilogía novelada. El primer tomo se llama 68.

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Dulce trémulo