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Tuesday, March 20, 2007

CASA EN COMUN O FORTALEZAS ASEDIADAS(2)

MAS ALLA DE LA COYUNTURA: PACTO HISTORICO O ACUERDO OPORTUNISTA


La estrategia poselectoral de AMLO estuvo orientada a la anulación de las elecciones y al establecimiento de un gobierno provisional. Muchos izquierdistas y sobretodo muchos actores antiliberales cultivan dentro de su corazón un síndrome que podríamos denominar el síndrome de Kerensky y que en esencia es el desplome del gobierno capitalista y la toma del poder por las fuerzas progresistas. Pero es necesario recordarles a esos ingenuos izquierdistas que si a registros históricos nos vamos también cabe otro síndrome cultivado por otros actores tan antiliberales como los izquierdistas: el síndrome de Weimar y que en esencia es es desplome de un gobierno liberal débil y su sustitución por una coalición derechista que abrió la puertas al asalto del poder de Hitler y sus huestes. Por eso la anulación de las elecciones no es sólo la estrategia del sector predominante en la coalición amlista sino también paradójicamente la estrategia de un sector de la extrema derecha agrupado através del Yunque y el empresariado de Chihuahua que no confian en la fortaleza de un gobierno encabezado por Calderón. Este escenario es por demás ideal para un nuevo impulso a la ultra-izquierda pero sobretodo para todos los poderes ilegales como la delincuencia organizada.


El escenario del interinato y la misma discusión pública de su posibilidad es el rasgo que mejor refleja la característica central de la coyuntura actual que es el equilibrio catastrófico. Conviene en este momento hacer un breve rodeo en torno a los conceptos gramscianos de hegemonía y equilibrio catastrófico. El esfuerzo fundamental de Gramsci en relación al marxismo es superar el economicismo de su ideología. A través del concepto de hegemonía Gramsci articula dominación política y cultural. Hegemonía se distingue de dominio porque éste se expresa en formas directamente políticas y en tiempos de crisis a través de la coerción. Al sumar la esfera cultural Gramsci construye un tipo especial de dominación caracterizado como un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida. La hegemonía constituye un proceso y nunca una forma pasiva de dominación. En este sentido, un grupo hegemónico es aquel que representa los intereses políticos del conjunto de grupos que dirige.

El concepto de crisis en Gramsci está íntimamente relacionado con su particular visión de la conformación del Estado. Para Gramsci "el estado es hegemónico, es el producto de determinadas relaciones sociales, el complejo de actividades con las cuales las clases dirigentes justifican y mantienen su dominio y logran obtener el consenso activo de sus gobernados. Las instituciones son el escenario de la lucha política de clases". El Estado se constituye por agregación. Un estado es fuerte en la medida en que la clase dominante logra despojarse de sus intereses corporativos e incorpora los intereses de otros sectores dominados. Las crisis en Gramsci surge cuando entra en crisis la capacidad de sumar, agregar, incluir - procesándolos - el mayor número de intereses al bloque hegemónico. La crisis es siempre crisis entre representantes y representados. A la vez nunca una crisis es una vuelta al pasado. Gramsci concentra su interés en el modo en que el Estado se recompone en situaciones de crisis. El proceso más frecuente es el que denomina "revolución pasiva" generalmente llevado adelante por un líder carismático. La revolución pasiva es el proceso a través del cual la esfera más consolidada del poder político y económico recupera una parte de las demandas de los gobernados quitándoles su iniciativa política. Este proceso específico es denominado por él como transformismo que consiste en la decapitación intelectual de la dirigencias opositoras através de la cooptación, es decir la clásica política priísta. El Estado de esta forma amplía su esfera de influencia. La dimensión de la crisis orgánica sólo es posible por efecto de la perturbación causada por una o un conjunto de fluctuaciones muy fuertes que, en un período de tiempo muy corto, desestabilizan completamente el sistema, o como resultado de fluctuaciones de larga duración, que maduran la crisis lentamente, en ocasiones sin exteriorizar signos de advertencia, como ocurre con los "tsunami" en altamar, que no son percibidos fácilmente, pero que estallan con furia irreprimible cuando chocan con el litoral.El caso más común es, desde luego, el de las fluctuaciones de larga duración durante las cuales, "muere lo viejo sin que pueda nacer lo nuevo". Estos son períodos de crisis cultural caracterizados por su dispersión en los distintos ámbitos de las relaciones sociales, en los cuales se superponen crisis de valores, crisis institucionales, políticas, éticas, morales, como ocurre en los períodos de transición entre dos momentos históricos. Cuando estas crisis de transición se prolongan demasiado se presenta el fenómeno llamado por Gramsci «equilibrio estático» o equilibrio catastrófico, caracterizado porque las fuerzas en lucha se equilibran "de una manera tal que la continuación de la lucha no puede menos que conducir a la destrucción recíproca". Estos períodos pueden ser de "tiempo muerto", durante el cual pareciera que «no pasa nada», o períodos de lucha violenta durante los cuales pareciera que no hay ganadores ni perdedores. Desde luego, siempre «pasa algo», y «alguien gana o pierde». Es importante recoger las dos causas de crisis orgánica citadas por Gramsci en los Cuadernos: el "fracaso" de la clase dirigente en alguna causa política de envergadura, para la cual demandó el apoyo y obtuvo el consenso de las grandes masas; y la acción consciente de éstas en torno a reivindicaciones que constituyen en sí mismas una “revolución”.
Esta “crisis orgánica” mexicana viene gestándose desde fines del gobierno de De la Madrid. La crisis de conducción política que había llevado a al desprestigio y al descalabro político de los régimenes políticos desde 1968 intentó finalmente ser enfrentada através de un doble movimiento.Por una parte la reconstrucción del bloque hegemónico a partir de las reformas estructurales, que significó el desplazamiento de la burocracia de estado por el sector financiero.Por otra parte, la modernización del corporativismo estatal através de circuitos territoriales que implicaba el desplazamiento del corporativismo gremial y la transformación del PRI. Los asesinatos políticos de 1994 y el mismo levantamiento del EZLN descarrilaron esta estrategia de recomposición hegemónica. En su lugar las distintas elites políticas –priístas y de las distintas oposiciones- pactaron a partir de las reformas electorales de 1994 un sinuoso camino de avance político con un mínimo común denominador: la limpieza electoral.El arreglo institucional para logra sólo esto fue en muchos sobrecargado debido a que se construyó sobre la base de profundas desconfianzas entre los actores políticos. Las oposiciones de derecha e izquierda suponían que la eliminación de la posibilidad de fraude electoral llevaba inevitablemente a la alternancia. Por ello y aunque se discutió en muchos foros el tema de la reforma del estado no hubo nunca un compromiso político respecto a las reformas institucionales necesarias para acompañar a la probable alternancia.

Como es sabido el gobierno de Fox se debatió en torno a un dilema: desmantelar el poder del priísmo concentrado en corporaciones e instancias estatales aliándose con el PRD, o bien establecer con el priismo un pacto de gobernabilidad que le permitiera apobar las reformas fiscal,energética y laboral. La tragedia del gobierno de Fox fue que no logró ninguna de las dos cosas. En buena parte por ineptitud en la operación política pero sobretodo por la ausencia de arreglos institucionales que fomentaran la cooperación, y de actores políticos dispuestos a pactar una estrategia política de largo plazo. Sobretodo los tres partidos principales convirtieron al Congreso de la Unión en un sistema de vetos mutuos que llevó a la parálisis al conjunto del Estado.Este es el fracaso de la clase dirigente que permite desvelar la crisis orgánica del Estado. La convergencia de la crisis social –que también viene de lejos- y de la crisis de representación política configuran esta situación de equilibrio catastrófico. Para muchos actores la manera de resolverla es con una huida hacia adelante bajo la forma del llamado interinato. Este camino lleva inevitablemente hacia una mayor desarticulación del país en regiones cuasi soberanas y en un debilitamiento del Estado. Es decir balcanización política y crispación social.

Hay otra forma de enfrentar esta coyuntura de equilibrio catastrófico. Requiere un enorme esfuerzo de construcción de consensos en la etapa previa a la asunción del nuevo gobierno. Requiere del TEPJF una salida que convenza al menos en buena parte a un importante sector de la ciudadanía que los resultados electorales por medio de los cuales se determinó a un candidato presidencial como ganador, expresan sustancialmente la voluntad ciudadana expresada el 2 de julio. Aún logrado este complicado y trascendental dictamen, apenas es el punto de partida para un acuerdo nacional.que garantice gobernabilidad de largo plazo. En cualquiera de las dos hipótesis –sea que se confirme el triunfo de Calderón o se modifique a favor de AMLO- ambos se enfrentan al mismo dilema. Resuelven su problema de legitimidad para gobernar através de un acuerdo oportunista con el PRI o deciden avanzar por el sendero de un verdadero pacto histórico. Pacto histórico entre la derecha y la izquierda mexicanas. Entre la formación discursiva que privilegia el valor de la libertad y la formación discursiva que enfatiza el valor de la justicia social. ¿Pacto histórico o acuerdo oportunista? ¿La transición hacia la consolidación democrática o el retroceso a un gobierno de facciones prisionero de lo peor de las viejas clases políticas y de lo más depredador de las elite económicas?
SIGUE LA TERCERA PARTE: MAS ACA DE LA COYUNTURA

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He sido dirigente del movimiento estudiantil de 1968, dirigente en el PMT, miembro fundador del Movimiento de Acción Política y del PSUM en los setentas. Miembro Fundador de la UNORCA. De abril a julio de 2006 fui el coordinador general de la campaña presidencial de Patricia Mercado. Como funcionario público he sido Subsecretario en la Secretaría de Agricultura, y Subsecretario en la Secretaría de la Reforma Agraria en México entre 1988 a 1994. En 1995 me desempeñé como Director de Desarrollo Rural de la FAO en Roma y desde 1997 hasta 2005 fungí como Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Como escritor soy miembro Fundador de La Jornada y colaborador de la Revista Nexos. De 2006 a 2009 fui profesor visitante en el Taller de Teoria Política de la Universidad de Indiana en Bloomington, dirigido por los profesores Vincent y Elinor Ostrom. EN 2015 fui Profesor Tinker en la Universidad de Wisconsin en Madison. He terminado dos libros a publicarse sobre la transición política en México. He terminado un libro sobre las reformas rurales en 1991 y estoy trabajando en una trilogía novelada. El primer tomo se llama 68.

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