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Monday, July 23, 2007

LAS RESOLUCIIONES DEL CONSEJO POLITICO DEL 21 Y 22 DE JULIO

BOLETIN DE PRENSA

México, D.F., 23 de julio de 2006

Resolutivos de la Décima Sesión del Pleno del Consejo Político Federado

  • Se rechaza la coalición electoral que firmó Alternativa con el PRI en Veracruz.
  • El Consejo reprueba la actitud del Presidente del Comité Ejecutivo Federado (CEF), Alberto Begné Guerra, al no asistir a la entrega de su informe ante el consejo, así como por su negativa a discutir con el Pleno las razones de la alianza con el PRI en Veracruz.
  • Se pronuncia el Consejo contra la agresión sufrida por el coordinador provisional de Alternativa en Puebla y exige e Mario Marín el castigo de los culpables.
  • Se pronuncia también por alcanzar nuevos equilibrios políticos y sociales en Oaxaca favorables a la población y sin la presencia de Ulises Ruiz.
  • Aprobados los reglamentos para avanzar hacia las asambleas estatales y la nacional para la renovación democrática de las dirigencias partidarias.

El 21 y 22 de julio se llevó a cabo la Décima Sesión Ordinaria del Pleno del Consejo Político Federado de Alternativa Socialdemócrata, máximo órgano de dirección nacional del partido entre asamblea y asamblea.


En la sesión se rechazó la coalición electoral con el PRI que aprobó una mayoría del Comité Ejecutivo Federado de Alternativa y se adoptaron las siguientes resoluciones:
El Consejo Político Federado reafirma la política electoral aprobada dentro del Plan de Trabajo 2007, la cual establece que Alternativa Socialdemócrata competirá en las elecciones estatales de este año sin establecer coaliciones con otros partidos. De hoy en adelante, las excepciones a esta política y la aprobación de coaliciones sólo podrán ser decididas por el Consejo Político, por lo cual se le retira al Comité Ejecutivo Federado la facultad que este Consejo le había delegado para establecer coaliciones electorales con otros partidos.


La coalición electoral en Veracruz con PRI, PVEM y PANAL es un hecho consumado después que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió en contra el juicio promovido por dos consejeros políticos y una de las integrantes del CEF. No obstante, este Consejo Político la rechaza y declara que dicha coalición no representa la propuesta de Alternativa a la sociedad mexicana, respaldada por más de un millón de votos en las pasadas elecciones federales de 2006. Hacer una coalición para garantizar la sobrevivencia del partido en el estado y obtener recursos públicos, impide la construcción de nuestra propia identidad político partidaria y va en contra de nuestra convicción de tomar sólo aquello que la ciudadanía nos otorgue con su voto. Hacer coaliciones sin coincidencias programáticas y políticas es una práctica oportunista que justamente se ha ganado el repudio general de la sociedad mexicana. No estamos en contra de las coaliciones pero queremos hacerlas cuando éstas beneficien a l@s ciudadan@s y no sólo a las burocracias partidistas.


El presidente del partido, Alberto Begné, no acudió a la sesión para presentar su informe reglamentario y se negó a asistir a la amplia deliberación que realizó el Consejo acerca de la coalición electoral de Alternativa con el PRI en Veracruz. Por esa razón, el Consejo adoptó un punto de acuerdo en la cual reprueba el desdén y la falta de respeto hacia el Consejo mostrados por el Presidente del Comité Ejecutivo Federado.


Ante la agresión física que el 20 de julio sufrió el Coordinador Provisional del partido en el estado de Puebla, Lic. José Luís Cardona, el Consejo decidió también exigir a las autoridades poblanas el esclarecimiento de este hecho y el castigo de los responsables. Esta agresión se presenta en el marco del hostigamiento que el Gobierno del estado de Puebla mantiene contra Alternativa debido principalmente a su firmeza en la defensa de los derechos de Lydia Cacho, violentados por el Gobernador de Puebla.


Sobre el conflicto en Oaxaca, el Consejo condena el clima de ingobernabilidad que prevalece en el estado, lo cual pone en evidencia la necesidad de la salida de Ulises Ruiz para dar paso una nueva institucionalidad donde se refleje la pluralidad de los actores políticos y de los movimientos sociales, a fin de transformar la realidad injusta que viven miles de mujeres y hombres oaxaqueños.


Finalmente, en la sesión se aprobaron los reglamentos que servirán de base para la integración democrática de los órganos de dirección de Alternativa Socialdemócrata en cada una de las entidades federativas mediante las respectivas asambleas estatales que se realizarán a lo largo de este año y durante los primeros meses de 2008, así como para la renovación de la dirección nacional en febrero de este último año.


Mesa Directiva del Consejo Político Federado

Thursday, July 12, 2007

EL DEBATE EN ALTERNATIVA: ¿NO IMPORTAN LOS INSTRUMENTOS?

Tres comentaristas muy cercanos al Partido Alternativa - Mauricio Merino, Ricardo Raphael y Jorge Javier Romero- y el presidente del Partido Alternativa Alberto Begne debaten sobre el futuro de Alternativa. Llama la atención y sobre esto comentaré en mi artículo en La Jornada del sábado próximo la siguiente afirmación del Licenciado Begne: "El valor incuestionable del pensamiento crítico degenera en una autocomplacencia profundamente irresponsable y destructiva cuando los instrumentos se ponen por delante de los objetivos a la hora de las decisiones y la acción política".



LA ASPIRADORA POLITICA
Mauricio Merino 11 de julio de 2007
Fue el general Lázaro Cárdenas quien escribió que, en política, nadie está completamente vivo ni completamente muerto. Y esta afirmación, que era cierta para los individuos que competían por el poder político en la época autoritaria de México, sigue siendo válida en nuestros días para los partidos que gobiernan el nuevo régimen. Y lo es, desde luego, para el Partido Revolucionario Institucional.
A pesar de haber perdido la Presidencia en el año 2000 y de haber caído al tercer lugar de las preferencias electorales en los comicios del 2006, el PRI nunca estuvo muerto y, por el contrario, hoy parece haber encontrado el camino para recuperar la salud. No sólo le ha sacado todo el jugo posible al tripié que le sirvió para sobrevivir al cambio de siglo, sino que ahora le ha añadido una nueva dosis de pragmatismo político y un nuevo discurso ideológico.
El tripié al que me refiero está formado por sus gobiernos locales, su fuerza parlamentaria y sus sindicatos afines. Es verdad que todas esas piezas están mermadas, si se las compara con el pasado hegemónico de ese partido. Pero si la comparación se hace con los medios políticos que están al alcance de sus adversarios, se verá que esos recursos siguen siendo muy poderosos.........
............................En cambio, su pie sindical ha servido para recuperar paulatinamente el discurso socialdemócrata que alguna vez quiso construir (así sea solamente un discurso), y ganar terreno como oposición de izquierda al gobierno, en los términos de Beatriz Paredes. Tanto así, que el PRI está a punto de adueñarse de la franquicia ganada por Alternativa Social Demócrata, gracias a la coalición que formarían para competir en los comicios de Veracruz. Una alianza que le vendría como anillo (ideológico) al dedo priísta, y que ha puesto al liderazgo de Alternativa en un jaque entre la supervivencia pragmática y la fidelidad a sus ideas propias.
PARA LEER EL ARTICULO COMPLETO IR A
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/38057.

DILEMAS SOCIALDEMOCRATAS
Ricardo Raphael
9 de julio de 2001 El Universal

La candidatura de Patricia Mercado y la ratificación del registro nacional del partido Alternativa resultaron ser uno de los fenómenos políticos más interesantes durante la elección federal ocurrida el año pasado.
A diferencia de sus adversarios en la contienda, esta fuerza no contaba con una base de militantes que se extendiera uniformemente en el país, ni mucho menos con redes añejadas a lo largo del tiempo en las barricadas del clientelismo.
Tampoco consiguió abundantes recursos para pagarse una intensiva campaña en los medios de comunicación; la pugna interna entre la facción campesina de ese partido (la cual quería ver a Víctor González Torres como su candidato presidencial), y el grupo de los socialdemócratas, impidió por un largo y valioso tiempo, la entrega de dineros públicos para hacer campaña.
Cuesta arriba fue convencer en estas condiciones a los votantes para que se inclinaran por una opción cuya candidata presidencial no tenía ninguna posibilidad de ganar la contienda. Un acto atrevido, por otra parte, si se considera que los primos mayores de la izquierda, encabezados por Andrés Manuel López Obrador, contaban con condiciones inmejorables para triunfar.
¿Cómo fue posible entonces que Alternativa lograra obtener un millón de votos en julio del año pasado?
Por principio debe advertirse que este partido se benefició de una oferta política que, gracias a la experiencia previa, llegó al 2006 dotado de contornos ideológicos y objetivos políticos bien definidos. El llamado que hiciera Patricia Mercado para que los ciudadanos votaran a favor de su opción socialdemócrata contaba ya con dos antecedentes: el primero ocurrido en 2000, donde Democracia Social obtuvo cerca de 780 mil votos, y el segundo en 2003, con la participación de México Posible y Fuerza Ciudadana.
La etiqueta socialdemócrata se ha ido construyendo en México como una identidad que aprecia los valores relativos a la justicia pero que, al mismo tiempo, se distancia de la izquierda que es ambigua con respecto a las vías legales y democráticas para provocar el cambio social.
A diferencia de otras opciones, los socialdemócratas asumen que, además del gobierno, diversos actores sociales y económicos deben participar en la construcción de un espacio público y un mercado con características solidarias e igualadoras. También mira con sospecha el maniqueísmo que quiere entender a la libertad y a la equidad como dos valores opuestos; en un sentido distinto, toma a ambos principios como indisociables para construir una comunidad humana próspera y civilizada.
El coqueteo sistemático del PRD con el ataque a las instituciones, su uso indiscriminado de mecanismos clientelares que atentan contra la autonomía política de los individuos, y la falta de un sincero compromiso con las libertades de las mujeres, los jóvenes, los homosexuales y otros grupos sociales igualmente excluidos, son elementos que tanto en 2000, como en 2003 y también en 2006, hicieron imposible la participación socialdemócrata en un frente amplio de todas las izquierdas.
Razones muy similares han llevado a que tampoco sea coherente la alianza de Alternativa con el PRI. Si bien es cierto que a esta gran fuerza política ya no le queda mucho de revolucionaria, también lo es que su respeto por las instituciones continúa siendo parco. Varios son los gobernadores priístas que aún se resisten a respetar la legalidad porque saben que tal cosa terminaría por restarles mucho del poder con el que todavía cuentan.
Por otra parte, el PRI no ha renunciado al uso clientelar de los recursos públicos, ni ha logrado sostener una posición nítida y comprometida con respecto al tema de las libertades; no puede hacerlo porque buena parte de su electorado es esencialmente conservador.
Es por estos argumentos que una porción nada despreciable de la ciudadanía, cuya identidad es contraria a la derecha panista, vio con buenos ojos la opción autónoma encabezada por Patricia Mercado. Argumentos que, por cierto, han de seguir siendo siguen válidos, porque de otra manera no se explicaría el hecho de que esta ex candidata conserve, hasta el día de hoy, 2.6% de las preferencias, según la encuesta que hace una semana publicara este diario.
¿Quiénes son estos electores socialdemócratas? Un análisis de los números demuestra que el voto por Alternativa está compuesto por personas que viven en zonas densamente urbanas (concentradas en el valle de México, Guadalajara y otras pocas ciudades ubicadas en el centro del país); ellas tienen entre 18 y 37 años y poseen más de siete años de educación. A tales datos habría de añadirse que el voto por Alternativa es ligeramente más numeroso entre las mujeres que entre los varones.
La valoración de tales elementos haría suponer que la base electoral de esta fuerza política puede crecer. México es un país cada día más urbano, la población joven seguirá aumentando en su peso político, los años de educación tienden a incrementarse, y las mujeres tienen cada día más importancia en el espacio público.
Con un poco de inteligencia y sobre todo, con mucho de paciencia, es altamente probable que Alternativa logre dar un siguiente salto cualitativo en las próximas elecciones federales. Claro está, siempre y cuando no se busque acelerar el crecimiento a través de alianzas equivocadas que muy pronto le convertirían en un partido satélite más. Sólo si Alternativa se concentra en participar en aquellas elecciones que ocurran dentro de sus ámbitos regionales de influencia, y sólo si puede explicar transparentemente a sus votantes cada uno de sus actos, esta opción política podrá convertirse, con el paso del tiempo, en una opción viable de gobierno.
La cuestión esencial está en que su directiva sepa administrar el nerviosismo y las prisas. Su tarea debería centrarse en amplificar la eficacia de su organización partidaria, mientras continúa robusteciendo la coherencia entre sus principios y sus prácticas. En cambio, si su dirección establece alianzas electorales insostenibles desde el plano ético, Alternativa terminará desapareciendo, o bien convirtiéndose en una pieza inocua del sistema mexicano de partidos.

HAY ALTERNATIVA AL LAMENTABLE SISTEMA DE PARTIDOS?
Jorge Javier Romero 12 de Julio de 2007 Crónica

Sin duda, las reglas que rigen el sistema de partidos políticos en México son muy malas. Las instituciones electorales que se fueron construyendo gradualmente a partir de 1977, con importantes resabios de la legislación diseñada para proteger la posición monopolista del PRI a partir de 1945, han generado un sistema de incentivos perversos en torno a la competencia electoral y a las organizaciones que concurren en ella. Empero, los males que imperan entre los partidos políticos mexicanos también dependen de los mapas mentales de los políticos mexicanos, entre quienes domina una idea de lo que el pragmatismo político debe ser rayana en el oportunismo puro y duro —eso sí, envuelto en la demagogia discursiva más pedestre—.Las instituciones formales que norman el funcionamiento e influyen la conducta de los partidos políticos mexicanos tienen como el primero de sus defectos el mecanismo de registro. Cuando fue creado el actual modelo lo que se pretendía era evitar los desprendimientos del PRI; por lo tanto, había que dificultar en extremo la creación de potenciales competidores. El pacto fundacional del sistema de partidos restringido con posición abrumadoramente dominante del PRI, lo hizo el régimen con el incipiente PAN. Para poder participar había que cumplir con una serie de requisitos que en la práctica dejaban a la decisión arbitraria del régimen quién participaba. Había que hacer asambleas, en un país donde los grupos sociales con capacidad de movilización estaban encuadrados como clientelas o corporaciones en las redes políticas del régimen. Estas asambleas tenían que ser certificadas por jueces o notarios, donde unos y otros dependían de la arbitrariedad política de los gobernadores de los estados y, en última instancia, de la voluntad presidencial transmitida por la Secretaría de Gobernación.Con ese sistema sólo entraron a la competencia restringida los partidos que el régimen permitió. El PPS, con un triste papel que apolilló los viejos trajes grises del que fuera líder obrero continental —Vicente Lombardo Toledano—; el PARM, válvula para repartir premios de consolación entre los leales al régimen con disidencias menores, y el PAN, que supo negociar su posición independiente sin pretender nunca enfrentar al régimen por otra vía que no fuera la electoral. Sólo el partido independiente sobrevivió a esa época de asfixia. Vino la reforma de 1977 y con ella un nuevo sistema de ingreso a la competencia. Ahora lo que importaba era tener actividad política comprobable a través de publicaciones, tener un programa, una declaración de principio y unos estatutos. La permanencia se lograba si se alcanzaba el 1,5 % de los votos. Con ello venía también una respetable representación electoral. La competencia se abrió, aunque en un ámbito restringido. También entonces el partido que mejor aprovechó las reglas nuevas fue aquel que logró construir de mejor manera su identidad política. De nuevo sobrevivió el más independiente: el Partido Comunista Mexicano, cuyo registro y espacio político heredaron sucesivamente el PSUM, el PMS y, finalmente, el PRD.Las reglas fijadas en el pacto político de 1996 cerraron de nuevo el espacio de competencia, ahora a tres jugadores en condiciones de oligopolio. Para ello echaron mano de la fórmula añeja del registro basado en asambleas. El modelo forzado era el de partidos de masas en un país donde masas quieren decir clientelas dependientes de las dádivas a cambio de las cuales se movilizan. Con redes de este tipo se organizaron los partidos que obtuvieron su registro en enero de 1999. La mayoría de aquellas organizaciones buscaron el resquicio de supervivencia que les abría la posibilidad de formar parte de una coalición. Tres, sin embargo, se la jugaron por la libre. El único partido que estuvo a punto de sobrevivir entonces fue Democracia Social, de nuevo la organización que logró crearse una identidad novedosa e independiente.De los partidos del sistema que se ha ido abriendo paso con las reglas vigentes, la inmensa mayoría sobrevive como satélites de los tres partidos grandes o negociando con ellos su identidad o sus propias redes corporativas. Casi todos ellos operan como lo hicieron el PARM o el PPS en los tiempos del régimen político protegido. Sólo Alternativa Socialdemócrata sobrevivió en el 2006 gracias a un planteamiento propio y una identidad independiente. Se demostró con la campaña de Patricia Mercado lo que ya había esbozado la campaña de Rincón Gallardo en 2000: que hay espacio en el electorado mexicano para un partido que se decida a hacer política de ciudadanos, con ideas e imaginación, y que renuncie a hacer la política aprendida por los políticos mexicanos durante las décadas de dominación priista. Hoy esa opción parece ser atraída por el sistema perverso de incentivos de las instituciones. Sin embargo, si bien las reglas modelan los incentivos, las decisiones las toman personas de carne y hueso de acuerdo con sus mapas mentales, con sus ideologías. Y por desgracia, el presidente de Alternativa y su grupo no han sido capaces de deshacerse del priista que muchos mexicanos, la mayoría, llevan dentro. Su limitada perspectiva puede llevar a naufragar esta nueva posibilidad de política independiente. La opción de la dependencia puede, en cambio, redituar bastante en el bienestar personal de los líderes, como ocurre con los dirigentes de los pequeños partidos satélites, pero poco contribuiría a airear al corrupto sistema político mexicano, ni a crear una nueva opción para el electorado mexicano harto de la política del antiguo régimen.

LA DEMOCRACIA DE LAS RAZONES
Alberto Begne 11 de junio El Universal
Ahora que estamos inmersos de nueva cuenta en uno de los debates centrales de las llamadas reformas estructurales, el de la reforma hacendaria, revisé la magnífica edición de las ponencias y conferencias del foro El Crecimiento Económico y la Globalización (regalo de mi querido amigo Joaquín Araico), organizado por el Senado de la República y el Banco de México en octubre de 2003. En particular, volví sobre la exposición del excepcional estadista español Felipe González, quien además de encabezar la consolidación democrática en su país hizo de España un modelo de desarrollo económico y bienestar social que constituye un paradigma de referencia obligada.
Lo primero que vale la pena destacar es la distinción que hace el ex presidente de España entre los objetivos y los instrumentos. Una distinción que los dogmáticos de uno y otro signo no quieren o no pueden hacer, para mal de México. Decía Felipe González: “En la izquierda deberíamos aprender que no son los instrumentos, sino los objetivos, los que nos definen; que los objetivos pueden tener un grado de permanencia y de fidelidad alta, pero los instrumentos pueden y deben ser versátiles. No nos debemos casar con los instrumentos, sino con los objetivos que perseguimos”.
La discusión de las reformas y, más aún, la posibilidad de construir desde la izquierda una opción responsable y moderna de gobierno que permita ampliar los espacios de consenso dentro de la pluralidad, suele quedar atrapada en la valoración de los instrumentos, sin reparar, precisamente, en su carácter instrumental. Si las cosas se pusieran en orden, si se tuviera mayor claridad y compromiso en torno a los objetivos, seguramente la valoración y la definición de los instrumentos sería un asunto mucho más sencillo, pues supondría un ejercicio racional sobre la eficacia o la pertinencia de los mismos en un determinado contexto. No una cuestión de dogmas ideológicos o juicios morales.
Cito de nuevo a Felipe González: “Creo, francamente, que si uno tiene un discursito ideológico lo puede llevar por todas partes. Incluso puede durar 50 años ó 20 ó 30, sin alterarlo, y suponer que mientras menos cambie más fiel se es a la ideología. Aunque la realidad se transforme mi discurso no va a cambiar. Lo que estoy diciendo es una provocación absolutamente intencionada. El problema de la pobreza, o mejor dicho, el problema del desarrollo, no es un problema solamente moral. Lo primero que hay que lograr es crecer, capitalizar al país, y cuando el crecimiento florezca le va a llegar a todo el mundo.”
Las izquierdas en nuestro país han enfrentado muchos problemas para lograr sus objetivos fundamentales: la superación de la desigualdad y la construcción de un piso universal de bienestar social, en un marco de libertades individuales y crecimiento económico. Esto se explica en muchos casos por el anclaje a dogmas ideológicos que siguen sin resolver la exigencia de alcanzar el equilibrio entre los principios de igualdad y libertad; por la persistencia de los caudillajes, o por la pretensión de hacer política desde el terreno tan fácil como inútil del juicio moral.
Quienes así actúan han fracasado una y otra vez, y lo seguirán haciendo. Pero el problema no radica en la suerte de los cruzados, sino en el daño que generan cuando hacen de sus causas personales un obstáculo para la construcción de acuerdos políticos. El valor incuestionable del pensamiento crítico degenera en una autocomplacencia profundamente irresponsable y destructiva cuando los instrumentos se ponen por delante de los objetivos a la hora de las decisiones y la acción política.
El reto consiste en ampliar los espacios del consenso, lo cual supone diálogo, acuerdos y alianzas. Y es que ante los grandes desafíos de un país tan desigual, el compromiso ético de la política es construir soluciones y dar resultados. En estos tiempos cruciales para el futuro de México, se requieren oposiciones a la vez responsables y firmes, dialogantes y críticas, eficaces y constructivas, donde el debate en torno a las reformas sea de verdad un debate racional sobre la mejor manera de lograr los objetivos de libertad y bienestar social.

Tuesday, July 10, 2007

LA MERCADO EN LA PARROQUIA (Y LAJOUS TAMBIEN OFICIANDO?)


HIJOLE QUE AMIGUITOS NOS CARGAMOS GRACIAS A LOS PRAGMATICOS

El ex dirigente estatal del Partido Alternativa Social, Demócrata y Campesina, Guilebaldo Flores Lomán, dijo que la inconformidad de la ex candidata presidencial, Patricia Mercado, por la alianza que firmó su partido con el PRI, le tiene sin cuidado, ya que fue un comité nacional federado quien dio “luz verde” a esa alianza

Xalapa - 2007-07-07 14:07:38 - Miguel Ángel Gómez / IMAGEN

El ex dirigente estatal del Partido Alternativa Social, Demócrata y Campesina, Guilebaldo Flores Lomán, dijo que la inconformidad de la ex candidata presidencial, Patricia Mercado, por la alianza que firmó su partido con el PRI en Veracruz, le tiene sin cuidado, ya que fue un comité nacional federado quien dio “luz verde” a esa alianza.Y es que hace unos días Patricia Mercado condenó la alianza e intentó que su dirigencia nacional, de manos de Alberto Begné, cambiara su decisión. En ese sentido, el ex dirigente Flores Lomán, quien ahora forma parte de la cartera de la comisión ejecutiva estatal, dijo que la decisión no puede cambiarse.Para él, dijo, la alianza con el PRI es conveniente porque le permitirá a su partido seguir dándose a conocer entre la población, aun cuando no va a ganar mucho en cuestión de espacios en municipios o incluso, en el Congreso local.Comentó que están partidos como Nueva Alanza, Verde Ecologista y el Revolucionario Veracruzano, quienes también irán con el PRI a pesar de que no ganarán espacios, “es una alianza conveniente, aunque muchos no la quieran ver así”.La inconformidad de Patricia Mercado no pasó de un simple arrebato, reconoció, ya que la misma dirigencia declaró como improcedente el comunicado en donde dio a conocer su oposición a la firma de la alianza PRI-Alternativa, en la entidad veracruzana.“Para que quedara conformada esa alianza hubo una votación entre los integrantes del comité federado y fue de 17 votos a favor y apenas 5 en contra” añadió.En otro tema, dijo que Tomás González Corro, quien aún trata de erigirse como integrante del Comité Directivo Estatal, dijo que éste sigue con sus derechos suspendidos como militante y por ende, no puede formar parte del comité estatal, de manos de Héctor Luis Pulido, “el violó los estatutos y en este momento está impedido para ocupar un cargo”, añadió.Sobre la supuesta impugnación a la alianza Alternativa-PRI, que el ex dirigente interpondría ante el Tribunal Electoral, Flores Lomán dijo que si quiere hacerlo que vaya ante la autoridad competente, “no va a proceder, eso es todo”.

NOS NEGAMOS A SER EL NUEVO VERDE DEL VIEJO PRI

Veracruz, Ver., 9 Jul-07 (VRed).- La ex candidata presidencial del Partido Alternativa Social Demócrata y Campesina, Patricia Mercado Castro invalidó la alianza de que los dirigentes locales de ese partido comprometieron con el PRI para las elecciones locales del próximo 2 de septiembre, “es una alianza inválida y estamos en el Tribunal Federal Electoral para que no proceda”.

En entrevista, explicó que como integrante del Comité Ejecutivo Federado, descarta cualquier alianza realizada por el comité estatal de ese partido, “porque no corresponde a las facultades de un comité sino del Consejo Político del partido, esa es la impugnación ante el Tribunal”.

Señaló la mencionada alianza se puede calificar como una traición hacia los ciudadanos que votaron por ella en el pasado proceso electoral federal, “la sociedad veracruzana se da cuenta que esta es una alianza pragmática, oportunista, que no les dará una voz en el Congreso del Estado y sólo a cambio de una prerrogativa mensual de un millón de pesos, cuando ningún ciudadano en Veracruz ha votado todavía por este partido”.

Insistió en que el Consejo Político Nacional determinó que no ir en alianzas en el 2007 y según los estatutos es el único que puede determinar coaliciones y alianzas, “queremos tener nuestros propios candidatos y candidatas”.

“Me parece que a un año de las elecciones, el peor regalo que le hemos dado al más de millón y medio de personas que votaron por Alternativa es esta alianza, es una traición a los ciudadanos que confiaron en nosotros como una alternativa a los partidos de siempre”, dijo al referirse a la alianza.

“Nos negamos terminantemente a ser el nuevo Partido Verde del viejo PRI, me parece que es una gran traición, lo repito, se ha dicho que una mayoría del Comité Ejecutivo Federado votó esto, lo cual es cierto, pero también contravino la decisión del Consejo Político Nacional que determinó un año, el 2007, su plan de trabajo era construir Alternativa de manera autónoma, de manera independiente, con sus propios candidatos y candidatas”, agregó.

Dijo desconocer si habrá tiempo para echar abajo esa coalición por parte del Tribunal Electoral, “pero simplemente plantear que vamos a hacer un gran trabajo aquí en Veracruz, de verdad, llamando a la ciudadanía a no votar por esta coalición, por lo menos aquellos que votaron por Alternativa porque no es lo que Alternativa representa”.

TRAIDORES LOS LLAMA PATRICIA MERCADO

Del Partido Alternativa
Traidores, les llama Patricia Mercado a los líderes de su partido en Veracruz
Hicieron alianza con el PRI a cambio de un simple millón de pesos mensuales
Pero llegó dos días después de que ya se había registrado la alianza, no antes
Patricia Mercado (c), ex candidata a la presidencia por el Partido Alternativa Socialdemócrata, dijo que la alianza con el PRI es pragmática, oportunista y no les dará una voz en el Congreso del Estado.
Por Raymundo Zúñiga Ortiz
Veracruz, Ver., 9 de julio de 2007.- La ex candidata presidencial, Patricia Mercado integrante del Consejo Político Nacional del Partido Alternativa Socialdemócrata, calificó de una traición hacia los ciudadanos que votaron por ella en el pasado proceso electoral federal la alianza que estableció su partido con el PRI en el estado.
Durante una conferencia de prensa en este puerto, dijo que dicha alianza es pragmática, oportunista, no les dará una voz en el Congreso del Estado y sólo a cambio de una prerrogativa mensual de un millón de pesos, cuando ningún ciudadano en Veracruz ha votado todavía por ese partido.
No estoy de acuerdo en esa alianza, porque se supone que estamos promoviendo un voto razonado, de esa manera podemos alcanzar el respaldo ciudadano con mucha inteligencia, no de la forma en que actualmente se está haciendo, quienes nos respaldaron hace un año, votaron por nosotros con la convicción de renovar la política nacional para acercarla a la ciudadanía.
Legalmente hay muchas cosas cuestionables, por su puesto que se impugnó la alianza con el PRI ante el Tribunal Federal, sin embargo, sentimos que lo que puede decir la autoridad es que ya no hay tiempo para proceder.
Patricia Mercado, ex candidata a la presidencia por el Partido Alternativa SocialdemócrataFoto: Hugo Z. Ross
Algunos dirigentes del partido avalan esta alianza porque supuestamente dicen que si no se hace el partido no existe, entonces para mí no debemos existir, pero estoy segura que como logramos cerca de un millón y medio de votos en las elecciones federales, creo que también lo podemos lograr en el estado de Veracruz, pero con mucha inteligencia y sobre todo con ética.
Hay que tener presente que seis de cada diez ciudadanos no votan por un partido político, hacia estos debemos apuntar, se puede hacer, pero no a costa de estas alianzas.
Rechaza la posibilidad de que pueda dejar su partido, luego de los cuestionamientos hacia la dirigencia como en su momento las expuso el diputado federal, Eduardo de la Torre Jaramillo, porque sería como caer en lo mismo, retornar a lo mismo con Melón o con Sandía y nada más, cuando la gente quiere nuevas opciones.

http://www.alcalorpolitico.com/notas/notas.php?nota=070709partidool.htm

QUESQUE LOS DIPUTADOS PRESTADOS A LA FRACCION DE ALTERNATIVA SE NOS VAN

Que el PT pedirá que les devuelvan a los dos diputados federales que le prestó al partido Alternativa para que pudiera constituirse en grupo parlamentario.Se trata de Delio Hernández y Gustavo Pedro Cortés. El PT acusa que Alternativa se ha prestado a muchos juegos en favor del gobierno de Felipe Calderón.

http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=527686

Saturday, July 07, 2007

HOY INICIA LA SEGUNDA PARTE DE LA NOVELA ESA PASION DEVORADORA

ESA PASION DEVORADORA

SEGUNDO MOMENTO: EL TORMENTO DE TU AMOR

http://www.rectificaciones.blogspot.com/

Friday, July 06, 2007

LA CONFERENCIA DE PRENSA DE PATRICIA MERCADO

“FRENTE A LA POLÍTICA DE SIEMPRE: UNA POLÍTICA
ESTRATÉGICA DE CONVICCIONES”
PATRICIA MERCADO
5 DE JULIO 2007
1. El pasado 19 de junio, el Comité Ejecutivo Federado de
Alternativa Socialdemócrata aprobó por mayoría un acuerdo para
establecer una coalición con el PRI en la elección de diputados
del estado de Veracruz a cambio del 3% de la votación y sin la
posibilidad de obtener un escaño, adhiriéndose completamente,
según sus declaraciones, a la plataforma de ese partido. Con
este acuerdo, que viola las decisiones que sobre esta situación
tomo el Consejo Político de nuestro partido, quedó expuesta la
estrategia política que quiere hacer avanzar la presidencia del
partido: alianzas sin contenidos programáticos, simples acuerdos
económicos que comprometen la independencia política del partido
sin que se obtenga a cambio ningún avance en las causas de la
izquierda moderna para las que este partido nació y por lo cual
una parte de la ciudadanía nos dio su confianza y su voto hace
un año.
2. La diferencia en torno a la estrategia electoral en
Veracruz es parte de una visión política y estratégica de
conjunto. Tiene que ver con la idea del tipo de partido que
queremos construir. No estoy a favor del acuerdo electoral con
el PRI en Veracruz porque creo que Alternativa debe representar
una opción política distinta y no es precisamente con "ese" PRI
que podemos lograr acuerdos que favorezcan a nuestras causas y a
las de la gente que voto por nosotros. Creo que Alternativa
Socialdemócrata, como una propuesta de izquierda moderna, debe
crecer como una corriente electoral representativa de sectores
de la población que no se sienten identificados con la clase
política actual, impulsando nuevos liderazgos, imaginativos y
ciudadanos, frente a las prácticas tradicionales que han
dominado la política mexicana.
3. Hace un año fuimos respaldados por un número significativo
de ciudadanas y ciudadanos. Quienes votaron por nosotros lo
hicieron con la convicción de renovar la política nacional
para acercarla a la ciudadanía. Más de un millón de personas
vieron en la Alternativa Socialdemócrata una opción responsable
e independiente en un entorno dominado por partidos que negocian
su supervivencia en cada elección y se convierten en el
patrimonio de sus dirigentes. Los pactos les sirven para
mantener su financiamiento y sus posiciones de poder. Nuestros
electores entendieron que Alternativa podía ser diferente. Que
era capaz de jugársela elección tras elección con una propuesta
legislativa y de gobierno propias Y que cuando construya
alianzas políticas o electorales, es porque son congruentes con
un proyecto de país que ponga énfasis en su más graves
problemas, la desigualdad y la falta de una sociedad respetuosa
de los derechos y libertades. Votaron por una nueva política,
autónoma y de ideas. No votaron para que la Alternativa
Socialdemócrata se convierta en un partido satélite. Además,
precisamente en Veracruz, donde nuestra fracción parlamentaria
desarrolló una valiente lucha por esclarecer la muerte de la
señora Ernestina Ascensio y frente a la cual el gobierno de
Veracruz tuvo un comportamiento errático que despertó en la
ciudadanía amplias suspicacias.
4. La Alternativa Socialdemócrata que impulsamos durante la
campaña presidencial que concluyó hace un año se planteaba
atraer el apoyo de la gente y de la sociedad civil a un programa
con el cual concurriéramos a los espacios de representación y de
gobierno y ahí, a partir de la fuerza electoral propia,
estableciéramos acuerdos y alianzas para hacer avanzar los
puntos de ese programa. Esa conducta responde a la convicción
que los partidos deben existir por el apoyo que tengan en las
urnas y no por pactos y coaliciones hechas entre las cúpulas
para garantizar la supervivencia de burocracias políticas sin el
refrendo electoral directo. Nuestro celo por la autonomía
electoral tiene fundamento en la convicción que en democracia
son los votos propios los que cuentan.
No se trata de una oposición entre pragmatismo e idealismo, como
parecen decir quienes han apoyado la opción de la alianza. Mal
pragmatismo es aquel que renuncia a sus compromisos de campaña
para, pasada la elección, olvidarse de ellos y acomodarse con lo
más viejo de la clase política tradicional. Quienes hacen la
política de siempre con los acuerdos en lo oscurito serán muy
pragmáticos, pero han perdido o perderán lo principal, la
confianza de la gente y el respeto a la palabra empeñada. Creen
que los ciudadanos y las ciudadanas que votaron por nosotros no
se van a dar cuenta de nuestra inconsistencia y a los que por
tanto podemos fácilmente engañar, como han hecho desde siempre,
los políticos de siempre. Ganarse la confianza de los electores
y mantenerla es un acto de congruencia y de convicciones
políticas y éticas.
5. Creemos que es posible y necesaria una política de
convicciones y de valores. Pero eso implica actuar
consecuentemente desde hoy. Aspiramos a ganar con votos porque
somos demócratas. Por eso creemos que es el momento de
rectificar y echar atrás la coalición en Veracruz. La dirección
del partido tiene la oportunidad de corregir el rumbo y mantener
el partido por el que votaron nuestros electores el 2 de julio
de hace apenas un año.

LA CONTRA CONFERENCIA DE PRENSA

A nombre de la mayoría del Comité Ejecutivo Federado, el Vicepresidente Jorge Wheatley presentó una conferencia de prensa en la tarde del mismo jueves 5 de julio.

Buenas tardes.
Estoy aquí, como Vicepresidente del Comité Ejecutivo Federado, para transmitirles la postura institucional de Alternativa frente al disenso manifestado en conferencia de prensa que ofreció esta mañana nuestra ex candidata, Patricia Mercado. Lo sucedido esta mañana es que una parte de nuestra dirigencia se manifestó en contra de la coalición parcial que nuestro partido estableció con el PRI en Veracruz.

1. Sobre este asunto nos gustaría precisar los siguientes elementos:

a. La decisión de nuestro Comité Ejecutivo Federado se sustenta en un acuerdo aprobado el 8 de abril de 2006 por el Consejo Ejecutivo Federado la facultad para aprobar y registrar convenios de coaliciones, alianzas o candidaturas comunes en las elecciones.

b. Esta alianza, la de Veracruz, fue aprobada democrática y colegiadamente, por 17 votos a favor y 5 en contra, por el Comité Ejecutivo Federado de nuestro Partido el 19 de junio pasado. A lo largo de esta sesión, que duró varias horas, todos los integrantes del Comité Ejecutivo Federado presentes tuvieron la posibilidad de exponer sus argumentos y puntos de vista libre y democráticamente. Por desgracia, Patricia Mercado no asistió a esta sesión.

2. Celebramos y nos hacemos cargo de la diversidad que convive y enriquece a nuestro partido, pero también debemos enfatizar que este partido político cuenta con órganos de decisión colegiados y democráticamente integrados, como el Comité Ejecutivo Federado y el Consejo Político Federado, cuyas decisiones deben ser respetadas institucionalmente por toda la militancia, sin demérito del derecho a expresar cualquier disenso político.

3. La principal fortaleza de Alternativa Socialdemócrata radica en que la diversidad y pluralidad de posiciones que existen en su interior pueden convivir y enriquecerse democráticamente. Las decisiones de nuestros órganos se basan en el principio de mayoría, reconociendo en todo momento el derecho de las minorías a manifestarse públicamente.

4. En consecuencia, la coalición parcial que Alternativa Socialdemócrata ha establecido con el PRI para las elecciones en Veracruz representa un camino alterno e igualmente legítimo al que ha seguido nuestro partido en las seis últimas elecciones locales al competir de forma independiente.

5. Esta coalición parcial en Veracruz se basa en el acuerdo de impulsar reformas legislativas en materia de libertades y derechos de las personas, de la mayor importancia en la agenda socialdemócrata, es decir, aquellos asuntos en donde existen coincidencias sustantivas, particularmente en materia de combate a la desigualdad, derechos y libertades de las personas.

6. Decisiones como esta pueden ser polémicas, sin embargo no comprometen la integridad del partido, ni su independencia, ni su capacidad de crítica y reflexión. Alternativa no deja de ser lo que hemos construido, ni deja de ser la opción política del siglo XXI. El rumbo sigue y seguirá fijado en un México Socialdemócrata.

7. Reiteramos: Alternativa Socialdemócrata es un proyecto colectivo que se nutre y enriquece con las opiniones de todas y todos sus integrantes. Que concibe a la política como un ejercicio abierto y permanente de diálogo y construcción de acuerdos, en el marco de la pluralidad. Ese fue uno de los rasgos distintivos de la propuesta y el discurso de Alternativa en las elecciones federales del 2006. Por esas razones, con el fin de conservar esta riqueza ideológica y política, es necesario que todos los militantes de Alternativa hagamos un esfuerzo compartido por alcanzar acuerdos.

Thursday, July 05, 2007

EN ENSENADA SI HAY ALTERNATIVA

Aquí esta Mónica la candidata estrella a diputada local que les puso una barrida en el debate que tuvo con los candidatos de otros partido. A su lado está Fermín Franco el eje del equipo de Ensenada.




Aqui estoy yo con Heber el logístico, el mago de los escenarios electorales.



Aqui están Rocío que super dinámica encargada de medios, Efrén dirigente de la diversidad sexual y candidato a diputado local y en el centro y con el signo de la victoria el ideólogo del futuro de Alternativa, Naim.

Wednesday, July 04, 2007

LA POLITICA YA NO ES LO QUE FUE

NUEVA SOCIEDAD NRO. 144 JULIO-AGOSTO 1996
Norbert Lechner


La preocupación prevaleciente por la transición democrática
hace perder de vista que la misma política se encuentra en
transición. A raíz de la a antinomia autoritarismodemocracia,
tan presente en toda América Latina, la atención
se centra en la transición hacia la democracia y en los
obstáculos a dicha transición; se toma a la democracia como
el punto de llegada, dando por sentado un destino fijo y
unívoco. Una vez conquistados ciertos elementos mínimos
del régimen democrático, la teoría democrática se vuelve
extrañamente inocua para dar cuenta de los nuevos retos.

Percibimos que no es lo mismo tener democracia que gobernar democráticamente.
La atención se desplaza a la política para descubrir que el gobierno democrático
parece obedecer a criterios diferentes al credo democrático. Una cosa es la
democracia como sistema normativo de organización y legitimación del poder
político y otra cosa el abigarrado campo de las dinámicas, interacciones y
constricciones en que se deciden (o no se deciden) las políticas democráticas. La
política democrática tiene que ver no sólo con quién y cómo se decide, sino
igualmente con la forma en que está organizada determinada sociedad y la forma
con que concebimos y percibimos la intervención política en la vida social. Es decir,
no podemos analizar los problemas y desafíos de una política democrática en
nuestros países sin tener en cuenta las condiciones sociales e históricas en las
cuales tiene lugar.

También en los países latinoamericanos actúan en mayor o menor grado un
conjunto de megatendencias que están configurando un nuevo contexto. El

* Este artículo es una revisión de «Por qué la política ya no es lo que fue», aparecido en Nexos Nº216, 12-1995, México.

predominio absoluto de la economía capitalista de mercado y los procesos de
globalización, el colapso del comunismo y del sistema bipolar, el
redimensionamiento del Estado, el nuevo «clima cultural» y la misma
preeminencia de la democracia liberal, conforman un nuevo marco de referencia
para cualquier política. No se trata, empero, de un simple marco de condiciones
externas. Cabe suponer, por el contrario, que cambia no solamente el contexto de la
política sino la política misma; de la cual conviene, pues, someter a revisión
nuestra concepción.

Por largo tiempo, prevaleció una visión estática de la política que contrasta con la
fácil distinción entre diversos estilos artísticos o incluso de estilos de desarrollo
económico. A la luz de una idea a la vez inmutable y difusa de la política, se
prestaba gran atención a los cambios políticos, pero no a los cambios de la política.
Es hora de analizar los cambios en la manera de hacer y de pensar la política. La
tesis central del trabajo consiste en argumentar que las grandes transformaciones
en curso conllevan una transformación de la propia política. A continuación llamo
la atención sobre algunos de los factores.

Antes, sin embargo, no está de más señalar dos advertencias. Se trata de una
descripción muy esquemática que pretende resaltar algunas tendencias generales,
pero que requiere múltiples matizaciones respecto a los factores mencionados y su
vigencia en los diversos países latinoamericanos. No me refiero a mutaciones
radicales que de golpe cambien la faz de la sociedad; los cambios suelen ser
cuestión de grados, de mayor o menor énfasis, pero tales mudanzas acaso menores
en ritmos y tonalidades son las que hacen la melodía. Es igualmente obvio, por
otro lado, que los cambios señalados implican riesgos y oportunidades. Conllevan
amenazas para las frágiles democracias de la región, pero también abren nuevas
opciones para una profunda reforma de la sociedad.

La nueva complejidad social
Las sociedades contemporáneas, incluyendo las latinoamericanas, están viviendo
un profundo proceso de diferenciación social y funcional. La industrialización y
urbanización de nuestros países producen una continua diferenciación de la
estructura social que disuelve el rígido orden jerárquico de clases y estamentos y
establece múltiples roles para cada individuo. A la diferenciación social, operando
de larga data, se añade ahora la diferenciación funcional de los diversos campos o
«subsistemas» sociales - economía, derecho, arte, ciencia, etc. - que adquieren
creciente autonomía, con racionalidades específicas y difícilmente conmensurables
entre sí. La nueva complejidad social conlleva dos consecuencias cruciales para
nuestro tema. La pluralidad de espacios más y más autónomos, regulados por
criterios contingentes y flexibles, segmenta los intereses materiales y mina los
principios universales y las creencias colectivas que servían de anclaje a las
identidades colectivas. Estas se diluyen en un sinnúmero de pequeñas «tribus»
transitorias entre las cuales los individuos deambulan como nómadas
compartiendo en cuotas segmentadas los intereses y las emociones del respectivo
grupo. Por otra parte, la multiplicación de «lógicas» específicas debilita la
«unidad» de la vida social a un punto tal que la sociedad carece de noción de sí
misma. Luhmann y otros advierten el advenimiento de una sociedad sin centro, o
sea sin un núcleo rector que coordine y regule los distintos «subsistemas» de la
vida social. Nuestras sociedades despliegan una diversidad radical que acentúa la
anterior «heterogeneidad estructural». Ello plantea un problema fundamental de
nuestra época: el cuestionamiento del Estado y de la política como instancias
generales de representación y coordinación de la sociedad.
En este contexto se vislumbran dos transformaciones profundas de la política. En
términos de espacio social, se encuentra en entredicho su centralidad. La nueva
diversidad estructural pone en jaque la función integradora de la política, que
pierde fuerza como vértice ordenador de la sociedad. En la medida en que una
coordinación policéntrica acota el ámbito de la política como instancia
coordinadora de los procesos sociales, queda por redefinir no sólo el lugar sino el
valor mismo de la política. Vale decir: ¿para qué sirve la política y qué podemos
esperar de ella? Puesto que ya no opera como instancia unificadora de la vida
social, al menos puede articular las diferencias. Pero tal construcción de un «orden
de diferencias» también es problemático si consideramos, por otro lado, la
dimensión temporal. Si los diferentes campos sociales obedecen más y más a
racionalidades propias y diferenciadas, ello implica que también desplegarán
dinámicas específicas. Es en este sentido funcional (y no sólo de espacios
regionales) que nos acercamos a una «sociedad a múltiples velocidades». De ser
así, la política no sólo no marca el ritmo del desarrollo social sino que,
estructuralmente, se encuentra desfasada con las dinámicas de otras áreas sociales.
En lugar de pensar en una «correspondencia» entre desarrollo político y desarrollo
económico, cultural, tecnológico, etc., habría que asumir una asintonía estructural
entre los diferentes campos.

Sociedad de mercado y nueva sociabilidad

El mercado no es algo nuevo en América Latina, pero sí la gravitación social que
adquieren sus mecanismos. Los países latinoamericanos tienen no sólo una
economía capitalista de mercado, sino que se dirigen con pasos más o menos
grandes hacía una sociedad de mercado; o sea, una sociedad con normas, actitudes y
expectativas conformes al mercado. La mercantilización de las más diversas
relaciones sociales moldea un nuevo tipo de sociabilidad. Prevalece el cálculo
racional-instrumental del intercambio mercantil - el «toma y daca» del mercado (el
do ut des del derecho romano) - imprimiendo a las relaciones sociales un sello más
individualista-egoísta. No es casual que, cuando todo parece transable, el dinero se
constituya en el «equivalente general» de todos los bienes, relegando al ámbito
privado consideraciones de amor, amistad, solidaridad. A la vez, tiene lugar
precisamente un proceso de privatización, un retiro hacia «lo privado» como esfera
privilegiada de la vida social. Tal desplazamiento puede ser visto como causa y
efecto de la interpelación neoliberal a los intereses individuales, rompiendo con la
tradición comunitaria creada en torno al ámbito y los bienes públicos.

El cambio de sociabilidad, más visible en las grandes ciudades, señala un
desplazamiento mayor: la reestructuración de la relación entre esfera privada y
pública. Actualmente, el ámbito público tiende a ser mucho menos determinado
por la política que por el mercado. Vale decir, lo público ya no es primordialmente
el espacio de la ciudadanía; en cambio, el mercado adquiere un carácter público y
sus criterios (competitividad, productividad, eficiencia) establecen la medida para
las relaciones públicas. Por supuesto, no se trata de un vuelco total y el proceso
debe ser matizado. El hecho es que cuando todos los límites establecidos se ven
cuestionados, también la frontera entre lo público y lo privado se difumina.
Vemos, por otra parte, que múltiples asuntos que formaban parte del mundo
privado ahora ganan visibilidad pública: desde la condición de género, la
identidad étnica o las preferencias sexuales hasta la indefensión del consumidor en
el mercado. Es decir, la agenda pública comienza a estar teñida de experiencias
privadas, haciendo valer la dimensión política de la vida cotidiana.

Todo ello parece indicar cierta redefinición de la ciudadanía. Su ejercicio ya no
queda restringido al ámbito público y, en cambio, se nutre de una subjetividad
que, a su vez, tampoco queda recluida al fuero interno y, por el contrario, se
incorpora al debate público. Se trata de un proceso incipiente, pero torna visible la
diferencia con la democracia liberal. Mientras ésta se apoya en la escisión entre
citoyen y bourgeois, donde la igualdad de los ciudadanos prohíbe la discriminación
según raza, sexo, religión, ahora la cultura étnica, la identidad sexual o las
prescripciones religiosas integran los estatutos de identificación ciudadana.

Nueva relación entre Estado y sociedad
Frente a la preeminencia avasalladora del mercado conviene recordar la paradoja
neoliberal: los casos exitosos de liberalización económica no descansan sobre un
desmantelamiento estatal sino, muy por el contrario, presuponen una fuerte
intervención del Estado. Pero ya no se trata del anterior modelo estatal; en mayor o
menor medida tiene lugar una reforma del Estado sobre la base de reducir las
empresas públicas, reorientar las políticas sociales, descentralizar y desburocratizar
al aparato estatal, racionalizar la gestión pública y una reglamentación frondosa,
en fin, incrementar la eficiencia económica de la acción estatal. Todo ello
redimensiona el papel del Estado y, en particular, de las políticas públicas; éstas ya
no se refieren tanto a la integración social como a la «competitividad sistémica» del
país en los mercados mundiales. Me parece importante resaltar este giro
(impulsado por la victoria absoluta de la economía capitalista de mercado y la
menor amenaza nuclear) que por ahora caracteriza la política; toda decisión
política se encuentra, por así decir, «sobredeterminada» por su eventual impacto
económico. La misma prioridad atribuida a las funciones económicas, sin embargo,
inhibe ver otras dimensiones. Al enfocar exclusiva y unilateralmente la relación
entre Estado y mercado se escamotea el problema de fondo: la nueva relación de
Estado y sociedad. Quiero decir: las profundas transformaciones de la sociedad
latinoamericana requieren un nuevo tipo de Estado. El mencionado proceso de
diferenciación pone en duda al Estado en tanto «síntesis de la sociedad civil»
(Marx). ¿Cómo llevar a cabo la unificación (normativa, simbólica, lingüística) de la
vida social de cara a la creciente diversidad?

Bien visto, la reorganización estatal supone una redefinición, una nueva
concepción del Estado. Ni el viejo estatismo ni el nuevo antiestatismo ofrecen una
perspectiva adecuada. Me parece más fructífero asumir las transformaciones en
curso como punto de partida para reformular los objetivos. En realidad, el doble
movimiento - diferenciación de la sociedad y redimensionamiento del sector
público - plantea amenazas a la integración social, pero también oportunidades
para una profunda reorganización social. De hecho, los procesos en marcha limitan
tanto el exceso de demandas dirigidas al Estado como su propia intervención
indiscriminada. En este sentido, un papel más acotado del Estado puede favorecer
una mayor autonomía de los ciudadanos. Señalo la tendencia con suma cautela
porque observo una apología del ciudadano autónomo y racional que, en el fondo,
repite la utopía del mercado. Dicho con prudencia, existen condiciones favorables
(no sé si necesarias y suficientes) para «ciudadanizar» la política, desplazando su
eje del ámbito estatal al ciudadano. Existe, en buenas cuentas, la oportunidad de
reformular las metas de una reforma y apuntar a un Estado concebido como la
comunidad de ciudadanos. Tal perspectiva permite conciliar la tradición liberal,
haciendo hincapié en los derechos ciudadanos de cara al poder estatal, con la
tradición comunitarista que valora al Estado como totalización simbólica de la
comunidad. De hecho, es notorio por doquier el desarrollo de una nueva
conciencia de los derechos ciudadanos, de la dignidad del ciudadano(a) y, en
definitiva, de la ciudadanía como fundamento de la acción estatal. Queda
pendiente empero, cómo tal exigencia de una relación «adulta» entre ciudadanos y
su Estado se traduce en instituciones y estilos políticos.

Nuevos procesos de comunicación
La preeminencia de la palabra, de los grandes relatos y aun de los discursos
políticos ha sido desplazada en años recientes por la imagen. Vivimos inmersos en
una cultura de la imagen que altera la idea que nos hacemos de la política. Para
bien y para mal, ya no podemos pensarla al margen de la televisión. Cuando el don
de la palabra es restringido por el manejo de la imagen, cambian las estructuras
comunicativas sobre las que se apoyan tanto las relaciones de representación como
las estrategias de negociación y decisión. Los dispositivos del marketing no
reemplazan, pero modifican la deliberación ciudadana. Mientras que los políticos
compiten denodadamente por la atención, siempre limitada, del televidente, éste
ha de enfrentar mudo una invasión de estímulos. Fragmentada en miles de
instantáneas inconexas, la política ha de ser reconstruida como un caleidoscopio de
flashes. Existe una sobreoferta de información que no hace sino resaltar la erosión
de los códigos de interpretación. Ello nos remite a los desafíos que enfrentan las
culturas políticas.

Más allá de su impacto estrictamente político, la televisión ilustra la
descomposición de las claves con que habitualmente interpretamos el mundo. Una
catarata de imágenes fugaces y repetitivas diluye la realidad a la vez que la vuelve
avasalladora. El desconcierto de nuestro «sentido de realidad» refleja el
redimensionamiento de las nociones de espacio y tiempo. Por un lado, una
comunicación planetaria cuestiona el provincianismo reinante y los límites
establecidos, abriendo nuevos horizontes y, por ende, nuevas opciones.
Simultáneamente, no sólo difumina la frontera entre espacio privado y espacio
público; además, la globalización de las comunicaciones desterritorializa el
universo simbólico, poniendo en entredicho los sentimientos de pertenencia y
arraigo. Por otro lado, la televisión refleja bien la aceleración del tiempo en nuestra
época. Un ritmo más y más vertiginoso consume vorazmente cada instante. No hay
otro tiempo que el tiempo presente, un presente omnipresente. Ya no hay tiempo
para procesos de aprendizaje y maduración; los plazos se acortan y sólo aceptan
metas cercanas. La misma política se retrotrae a lo inmediato, sin lograr elaborar
horizontes de futuro compartido.

De las muchas y complejas consecuencias de esta reestructuración destaco sólo un
aspecto. Cuando la gente ya no comparte nociones similares de espacio y tiempo o,
más exacto, cuando se ensancha desmesuradamente la brecha entre los diversos
grupos sociales con relación a sus respectivos horizontes temporales y referentes
espaciales, se hace más difícil la conformación de un sentido común. Se resquebraja
el piso de «evidencias» compartidas acerca de lo que es «normal y natural» sobre el
cual se levanta la comunicación cotidiana y, en concreto, el debate político. Se
acentúan las tendencias centrífugas favoreciendo un escenario babélico en el que
cada actor tiene su propio lenguaje sin entender a los demás. En caso que lleguen a
cristalizar tales racionalidades particulares, sin denominador común, el valor de las
instituciones y de cualquier regla de juego deviene precario, incitando conductas
no institucionales. Ello ayuda a comprender los obstáculos que enfrentan hoy en
día los actores políticos en la elaboración de consensos y, por tanto, en la
construcción de vinculaciones recíprocas mediante las cuales enfrentar en conjunto
los avatares del futuro.
Es notorio el desarrollo de una nueva conciencia de los derechos ciudadanos, de la
dignidad del ciudadano(a) y de la ciudadanía como fundamento de la acción
estatal.

Las nuevas incertidumbres
Basta recordar la infancia tan cercana, todavía marcada por pautas rurales y
frecuentemente señoriales, para vislumbrar la rapidez y magnitud de los cambios
sociales ocurridos en los últimos años. Continuamente se vienen abajo las
interpretaciones que tan esforzadamente elaboramos al punto que al final ya no
sabemos qué es lo que en realidad vivimos. La realidad titila cual fata morgana y
aun su violencia más dolorosa levita como una pesadilla aterradora y a la vez
incierta. Quiero decir, la vida pierde sus límites claros y precisos y, usando una
expresión del novelista Javier Marías, descubrimos que estamos hechos en igual
medida de lo que fue y de lo que pudo haber sido. Somos también lo que no hemos
sido. Si resulta costoso hilvanar una biografía hecha de tan diversos retazos, tanto
más arduo es aseverar quiénes somos «nosotros». Las identidades colectivas se
fragmentan a la par con la disgregación de los valores y hábitos, las creencias y
experiencias que estructuraban la trama social. El proceso de secularización
descompone las religiones y, por ende, las respuestas heredadas a los interrogantes
básicos de la vida. Predomina una situación de desamparo en que las certezas
tradicionales se desmoronan, se diluyen los anclajes simbólicos y las ataduras
normativas pierden obligatoriedad sin reemplazo. Entonces los individuos,
abandonados y aislados, se aferran fanáticamente a las verdades históricamente
sedimentadas como «naturales»; o bien, elaboran arreglos ad hoc que sirvan de
refugio provisorio mientras buscan un destino verosímil. Ni así los cambios dan
tiempo a que se consolide algo duradero. En suma, reina la incertidumbre. A las
viejas incertidumbres que plantea la vida, las transformaciones en curso, más
cargadas de amenazas que de promesas, agregan nuevas incertidumbres,
generando ese clima de temor difuso en que todo es posible y nada pasa (todavía).
Se trata de un clima o ambiente indeterminado en que nada es previsible y, por lo
mismo, cualquier cambio causa alarma.

En tal situación adquieren supremacía dos consignas siempre presentes en política.
Por un lado, la anterior demanda de cambio social es relegada por la demanda de
estabilidad. Ya no se trata tanto de revolucionar estructuras anquilosadas como de
exorcizar la sensación de lo efímero y asegurar algo perdurable en el tiempo.
Cuando todo se mueve y ningún movimiento es previsible, la creación de
referentes firmes resulta indispensable para evitar el vértigo y desarrollar
conductas mínimamente predecibles. Por eso, en países con elevada tasa de
inflación o violentos vaivenes políticos el deseo de estabilidad prevalece al punto
de desplazar otras preferencias, incluyendo las mejoras económicas, a un rango
secundario. La misma democracia ha de justificarse por sobre todo como un orden
calculable, o sea de conflictividad acotada. Más que en la época anterior, la
estabilidad representa un prerrequisito de la acción política y, en definitiva, una
condición básica de racionalidad. Por otro lado, se agudiza la demanda de protección.
Sea cierto o no el incremento de la criminalidad o del costo de la vida, en todo caso
crece el sentimiento de amenaza a la integridad física y seguridad económica. Pero
los riesgos no son sólo materiales; tras la violencia y la guerra, el sida y el
desempleo, rápidamente se sospecha de fuerzas oscuras. La percepción de
inseguridad se potencia en un clima de incertidumbre que, finalmente, sólo se
apacigua con certezas. La demanda de protección apunta tanto a las condiciones
materiales de vida como a la seguridad simbólica y normativa. Al fin y al cabo, se
requiere de ciertos criterios por sobre toda sospecha para manejar la vida
cotidiana.

Se trata de demandas poderosas, pero sin contenido ni destinatario preciso. Ambas
invocan la política en tanto instancia garante del orden. El sistema político se ve
pues confrontado a exigencias que las instituciones y los procedimientos
democráticos no suelen procesar, al menos en términos explícitos. No basta
entonces aducir una «sobrecarga» del régimen democrático; hay que encauzar tales
demandas so pena de que desencadenen «soluciones» no políticas. Ello nos remite
a un último aspecto.

Las transformaciones de la política
Finalmente cabe mencionar en este breve recuento las transformaciones de las
instituciones políticas y, en particular, de la misma política. En parte por las
razones antes mencionadas, en parte por dinámicas internas, la política ya no es lo
que era. Un rasgo sobresaliente ya fue mencionado: el descentramiento de la política.
Vale decir, se debilita el lugar central que la política ocupara en la organización
social. La política institucionalizada ve restringido su campo de maniobra porque
son más limitados los recursos disponibles y más arriesgadas las apuestas acerca
de los resultados previsibles de una decisión (o sea, más difíciles de determinar las
opciones viables). Pero además se restringe la capacidad política de intervenir en
otras áreas porque éstas obedecen más y más a cánones específicos que escapan al
control de la «lógica» política. ¿Qué asegura la «unidad» de la vida social en tanto
sociedad? Existen mecanismos de interdependencia e integración sistémica, por
cierto, pero nada dicen acerca de la dirección que toman las dinámicas. La
capacidad de conducción política se encuentra así en entredicho en el momento
mismo en que se vuelve más acuciante la pregunta ¿hacía dónde vamos?
Ilustrativo de ello son las dificultades de la política no sólo por decidir el rumbo
del desarrollo económico o científico-tecnológico sino, en general, por definir un
proyecto de futuro para el país.

La pérdida de centralidad va acompañada de una informalización de la política.
Quiero decir, la política realmente existente desborda las relaciones formalizadas
del sistema político, permeando los límites entre lo político y lo no político.
Ejemplos de ello son las redes informales entre instancias gubernamentales y
actores sociales o la reformulación de los derechos ciudadanos a partir de la esfera
civil. La informalización acorta la distancia entre política y sociedad, pero
simultáneamente provoca cierto vaciamiento de las instituciones políticas. Ellas ya
no escenifican las grandes alternativas acerca del desarrollo nacional; ahora los
clivajes se desmigajan en múltiples microdecisiones tomadas ad hoc. Ello da lugar a
una situación paradojal: la nueva complejidad de los procesos sociales produce
una fuerte demanda por conducción política, al mismo tiempo que dificulta
elaborar políticas de Estado que condensen consensos a largo plazo.
En este contexto hemos de situar a quienes son los agentes privilegiados de una
política democrática: los partidos políticos. Estos viven por doquier,
indistintamente de su signo ideológico, una fase crítica de redefinición pues
carecen de discurso y de estrategia de cara a las grandes transformaciones en
marcha. Se han quedado sin discurso en tanto interpretación global que permita
ordenar la realidad en un panorama inteligible y estructurar la diversidad de
intereses y opciones en torno a algunos ejes básicos. Carecen no sólo de «discurso
ideológico» sino igualmente de «discurso programático» en tanto propuesta de
futuro. Con la aceleración del tiempo y el consiguiente desvanecimiento del futuro,
les resulta difícil elaborar un proyecto de país que aglutine y canalice las energías
en determinada perspectiva. Parafraseando una conocida tesis de Downs, se
podría afirmar que los partidos no ganan elecciones para llevar a cabo sus
programas; formulan programas para ganar las elecciones y una vez en el gobierno
verán día a día lo que pueden hacer. No corresponde, empero, culpar a los
partidos; ellos sólo expresan de manera especialmente cruda la perplejidad de
estos tiempos. En períodos dominados por la contingencia son muchas las
dificultades en diseñar estrategias razonablemente consistentes. Bajo las nuevas
condiciones, los partidos y, mucho más el gobierno, están obligados a ser
sumamente flexibles en la selección de sus metas y acotar los resultados
intencionales a los breves plazos previsibles, renunciando a líneas de acción de
más largo alcance. Ni las «planificaciones globales» ni las «alternativas globales»
tienen asidero (lo cual no elimina tales intentos). La fuerza de los hechos acota las
opciones viables y, por tanto, favorece estrategias de conflicto limitado. Las
decisiones acerca de lo que es y puede ser el orden social siguen siendo políticas,
pero se restringe el campo de lo políticamente decidible.

Ello no elimina las diferencias interpartidistas, pero les hace más difícil a los
partidos tener un perfil nítido. De allí un sinfín de polémicas y polarizaciones
artificiales que minan la de por sí débil identificación ciudadana. Cabe entonces
interrogarse acerca de la forma tradicional del partido político. Considerando las
tendencias prevalecientes parece necesario adecuar las modalidades organizativas
para articular las relaciones de cooperación y competencia tanto al interior del
partido y del sistema de partidos como en relación con el gobierno. Falta revisar,
por otra parte, la inserción social de los partidos. Su legitimación depende, en
buenas cuentas, de su capacidad de armonizar el nuevo protagonismo de la
ciudadanía con el carácter representativo de la democracia, configurando una
relación «adulta» entre lo que los ciudadanos esperan de la política democrática y
lo que ella puede ofrecer al ciudadano.

A modo de conclusión
He reseñado algunos de los elementos que me hacen pensar en una transformación
de la política. Al enfocar dicha transformación salta a la vista el desfasaje entre las
imágenes estáticas que tenemos de la política y las nuevas modalidades del
quehacer político. Tal desajuste es en parte inevitable, pero tiene efectos
inconvenientes. Por un lado, crea falsas expectativas acerca de lo que la política
puede hacer y distorsiona las «medidas dadas» con las cuales evaluamos el
desempeño político. Por el otro, la acción política se guía por imágenes obsoletas o
criterios de orientación inadecuados y, por tanto, no está en condiciones de
discernir los objetivos factibles y de ver las nuevas oportunidades. Ello conduce a
esa aparente ausencia de alternativas que caracteriza nuestra época. No deja de ser
desconcertante, en efecto, que precisamente en nuestro tiempo, lleno de cambios,
parecería no haber otra opción que «más de lo mismo». Ahora bien, el desconcierto
no es atenuante en política y, por el contrario, obliga a una reflexión más aguda.
En el fondo, necesitamos una redefinición de la política; no en el sentido de una
definición taxonómica, sino de una comprensión más cabal de la(s) «lógica(s)» que
condicionan la acción política en nuestras democracias. Un paso inicial hacia la
elaboración de una nueva concepción de la política consiste, a mi entender, en
precisar las principales tendencias en juego. A modo de conclusión y de
prospectiva pongo a discusión dos posibles ejes estratégicos. Pienso, en primer
lugar, en los procesos de diferenciación funcional que, bajo el impacto de la
globalización, hacen saltar en añicos la antigua «unidad» de la sociedad. Por otra
parte, la vida social no puede prescindir de mecanismos de cohesión social.
Transformar la diversidad fáctica en una pluralidad democrática supone un
ordenamiento: un orden articulado de las diferencias. A la luz de esta tensión
irreductible entre diferenciación e integración social me pregunto por el locus o
estatuto de la política como instancia central de representación y coordinación de
las relaciones sociales. ¿En qué medida y de qué forma puede la política
democrática cumplir el papel de ámbito articulador de procesos tendencialmente
autónomos?
Tal fragmentación me hace pensar, en segundo lugar, en una asintonía estructural
entre la política y otras esferas de la vida social. Me refería arriba a las «sociedades
a velocidades múltiples» que, según parece, ya no son sincronizadas por la política.

Vale decir, los procesos políticos ya no pueden ser enfocados «en correspondencia»
con los procesos económicos, culturales, tecnológicos, etc., sino que deberían ser
analizados acorde a sus propios ritmos. Considerando esas dinámicas particulares,
¿en qué medida y mediante qué mecanismos existe todavía alguna sintonización
política de los distintos tiempos sociales?
Valgan estas alusiones tentativas para insinuar el tipo de reflexiones y
exploraciones que me parecen necesarias para renovar nuestras formas de pensar y
de hacer política.

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He sido dirigente del movimiento estudiantil de 1968, dirigente en el PMT, miembro fundador del Movimiento de Acción Política y del PSUM en los setentas. Miembro Fundador de la UNORCA. De abril a julio de 2006 fui el coordinador general de la campaña presidencial de Patricia Mercado. Como funcionario público he sido Subsecretario en la Secretaría de Agricultura, y Subsecretario en la Secretaría de la Reforma Agraria en México entre 1988 a 1994. En 1995 me desempeñé como Director de Desarrollo Rural de la FAO en Roma y desde 1997 hasta 2005 fungí como Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Como escritor soy miembro Fundador de La Jornada y colaborador de la Revista Nexos. De 2006 a 2009 fui profesor visitante en el Taller de Teoria Política de la Universidad de Indiana en Bloomington, dirigido por los profesores Vincent y Elinor Ostrom. EN 2015 fui Profesor Tinker en la Universidad de Wisconsin en Madison. He terminado dos libros a publicarse sobre la transición política en México. He terminado un libro sobre las reformas rurales en 1991 y estoy trabajando en una trilogía novelada. El primer tomo se llama 68.

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Dulce trémulo