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Thursday, March 20, 2008

BEGNE: EL NUEVO GESTICULADOR

ESTE ARTÍCULO DE NUESTRO COMPAÑERO JORGE JAVIER ROMERO FUE PUBLICADO RECIENTEMENTE EN EL PERIODICO CRONICA

EL NUEVO GESTICULADOR
Por Jorge Javier Romero

En 1938, Rodolfo Usigli escribió El Gesticulador, obra teatral en la que exhibe las simulaciones y las maneras de hacer las cosas de la política del régimen de la revolución en proceso de institucionalización. Los personajes de grand gignol de aquella obra molestaron tanto a los políticos de la época que la obra fue prohibida. Sin embargo, ahí estaba retratada la clase política emergente, la que dominó el escenario nacional durante toda la época clásica del PRI.
En nuestros días estamos ante la emergencia de nuevos gesticuladores que, como el personaje de Usigli, adoptan personalidades falsas para apropiarse de un pedazo del pastel distributivo de la política. Como meros fonomímicos se apropian de un discurso aunque sólo estén moviendo los labios y en su cabeza no exista ninguna idea novedosa. Es lo que ocurre cuando Dante Delgado, por ejemplo, se pretende socialdemócrata o cuando entre lo más oscuro de los jefes mafiosos del viejo PRI se oyen supuestos clamores progresistas. Entre esta estirpe ha emergido un personaje singular, un auténtico nuevo gesticulador, que finge un discurso de izquierda democrática y repite ideas ajenas, en las que por lo demás no cree, para hacer avanzar su carrera política, aunque en el camino actúe como sepulturero del proyecto colectivo al que ha pretendido pertenecer. Este personaje es Alberto Begné, presidente de Alternativa Socialdemócrata, aspirante a la reelección en la dirección del partido.
Begné comenzó su carrera como joven político promotor de diferentes iniciativas de carácter generacional. Su campo preferido de relaciones era el de los hijos de conocidos políticos del régimen que a principios de los noventa comenzaban a manifestar sus propias aspiraciones. Se fue abriendo espacio y en 1996 fue uno de los cinco promotores de una reunión en La Trinidad, Tlaxcala, en la confluyó un grupo interesado en echar a andar un proyecto socialdemócrata para México. De ahí saldría el núcleo de lo que posteriormente fue Democracia Social, pero Begné en el camino, al igual que otros de los participantes en la reunión fundacional, optó por aparcar el proyecto e ingresar, como director ejecutivo de Capacitación Electoral y Educación Cívica, al recién reconstituido IFE bajo la presidencia de José Woldenberg.
El desempeño de Begné fue aparentemente exitoso, al grado que Woldenberg lo consideró candidato a la Secretaría Ejecutiva del IFE después de la renuncia de Felipe Solís. Begné creyó llegada su hora y se empeño por conseguir el cargo, pero no logró la mayoría calificada de consejeros necesaria para el nombramiento. Entonces Begné sintió que no podía permanecer en su cargo de director ejecutivo, pues ya no era suficiente para su personalidad en ascenso. Mientras tanto, el proyecto de Democracia Social avanzaba y renunció al IFE con el anuncio de que se sumaba al esfuerzo de crear el nuevo partido político.
Su paso por Democracia Social fue efímero. Los impulsores le propusieron ocupar la secretaría general una vez constituido el partido, sin embargo quienes ya estaban trabajando por lograr las asambleas le parecieron de baja estofa, peludos ex comunistas que llegaban con Rincón Gallardo; arguyó a sus salida, seis semanas después de su entrada, que su prestigio personal iba a sufrir si se le vinculaba con Arturo Whaley, el ex dirigente sindical de los nucleares, al que Alberto le atribuía negocios turbios. Quién lo viera ahora.
Se dedicó a partir de entonces a la consultoría y a impulsar una agrupación política, Iniciativa Ciudadana XXI, esa sí formada por los jóvenes yuppies de los que le gustaba rodearse. Por supuesto, seguía actuando de consuno con su jefe político de años, Jorge Alcocer. Después incursionó como empresario editorial y director de la revista Arcana la cual dejó al garete cuando le ofrecieron ser secretario ejecutivo, por fin, del recién creado Instituto Federal de Acceso a la Información Pública. Tampoco en el IFAI se halló por mucho tiempo y renunció por conflictos con los comisionados.
Ya para entonces había forjado una relación política relevante con Jesús Ortega y comenzó a tratar de recuperar el tiempo perdido en la construcción de su liderazgo en la izquierda democrática. Por eso cuando Patricia Mercado lo invitó a dirigir Alternativa Socialdemócrata le cayó como agua de mayo. Era el momento de reencauzar su zigzagueante carrera política.
Y ahí apareció el gesticulador que albergaba su alma. Carente de ideas, temeroso en sus propuestas, vio desde el principio con horror a las feministas y a los jóvenes turcos del partido. En campaña se dedicó a tratar de moderar los temas de Patricia. No veía con buenos ojos ni la demanda de legalización del aborto, ni las sociedades de convivencia, ni, por supuesto, la de la legalización de la mariguana. Nada, desde luego, quería oír de esa cosa llamada ingreso ciudadano universal. Lo suyo era el Estado de derecho y la reforma a la justicia, tema único en su haber si de alguna elaboración se puede hablar en su carrera.
Pronto se puso a la cabeza no del partido sino de una facción. Una vez terminada la campaña buscó en alianzas sin ton ni son la posibilidad de su propia supervivencia política.
Eso sí, hizo negocios. Información pública muestra cómo pago facturas por catorce millones de pesos a la empresa de uno de sus socios, Ramón Llerena. El año pasado, el beneficiario fue su otro socio, Homero Cárdenas, vinculado políticamente con Emilio Gamboa, a quien le pagó asesorías millonarias. Pactó con el PRI en Veracruz, con el PRD en Michoacán y con quien se dejara aquí o allá. Los temas que antes le sacaban ronchas le comenzaron a llenar al boca en cuanto los vio redituables y, finalmente, a la hora de buscar la reelección, amplió su esquema de alianzas a los gobernadores malditos, Ulises Ruiz y Mario Marín. Por supuesto, su viejo amigo Jesús Ortega le prestó algunos afiliados, sobre todo en el estado de México, tal como lo exhibieron ayer los perredistas. Begné se reafilió al partido al amparo de un Comité facilitado por sus aliados de Nueva Izquierda con una dirección falsa, en Nezahualcoyotl, muy lejana de su residencia en una colonia de san Ángel o de su estupenda casa de campo de las afueras de Cuernavaca.
Esa es la tragedia de la política mexicana. Los gesticuladores que reaparecen una y otra vez, sin que, como contrapartida, se desplieguen las ideas y los proyectos.

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He sido dirigente del movimiento estudiantil de 1968, dirigente en el PMT, miembro fundador del Movimiento de Acción Política y del PSUM en los setentas. Miembro Fundador de la UNORCA. De abril a julio de 2006 fui el coordinador general de la campaña presidencial de Patricia Mercado. Como funcionario público he sido Subsecretario en la Secretaría de Agricultura, y Subsecretario en la Secretaría de la Reforma Agraria en México entre 1988 a 1994. En 1995 me desempeñé como Director de Desarrollo Rural de la FAO en Roma y desde 1997 hasta 2005 fungí como Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Como escritor soy miembro Fundador de La Jornada y colaborador de la Revista Nexos. De 2006 a 2009 fui profesor visitante en el Taller de Teoria Política de la Universidad de Indiana en Bloomington, dirigido por los profesores Vincent y Elinor Ostrom. EN 2015 fui Profesor Tinker en la Universidad de Wisconsin en Madison. He terminado dos libros a publicarse sobre la transición política en México. He terminado un libro sobre las reformas rurales en 1991 y estoy trabajando en una trilogía novelada. El primer tomo se llama 68.

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